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1. El Principio de Autoridad

Texto: Romanos 13:1-7

Textos complementarios: Hebreos 1:3; Isaías 14:12-14; Mateo 26:62-64

Domingo 5 febrero 2023

Existen dos verdades que dependen la una de la otra. Si una de estas verdades falta, ocurre el desequilibrio y, con ello, el caos. Y aunque existan juntas, una depende de la otra, y no es posible intercambiar sus funciones. No obstante, la mayor tiene la capacidad de transformar a la menor en una similar a ella.

Les estoy hablando de la AUTORIDAD y la SUMISIÓN. Y es importante que definamos cada una de ellas, aunque las sepamos, como repaso y recuerdo necesario:

  1. Concepto de Autoridad. En Romanos trece se usa la palabra “autoridad? ¿Qué es la autoridad? En nuestro contexto tiene varias definiciones, aunque recordamos mayormente la definición del español de “autoridad”.
    1. El Diccionario de la Real Academia Española, dic: “1. f. Poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho. | 2. f. Potestad, facultad, legitimidad”. Y aunque es una definición correcta y precisa, las Escrituras no solo la definen como poder, sino que la lleva más allá, hasta Soberanía. Y por eso, el término español debemos verlo con los ojos de la Palabra de Dios, para no quedarnos solo con ese sentido básico.
    2. Pero hay tres maneras principales en que la Biblia expone la “autoridad”:
      1. En primer lugar, la palabra “autoridad” aparece por primera vez en nuestra Biblia, en Nehemías 11:1, y traduce la palabra hebrea “al”, que significa: “estar sobre”. En este pasaje, se habla de “autoridad delegada”, y por tanto, la autoridad ejercida depende de una autoridad superior. Esto transformaba la “autoridad delegada” en una “autoridad impositiva”, pues, si el subalterno no obedecía, la autoridad delegada se veía en la obligación de someter al subalterno a la fuerza, para que obedeciera.
      2. La segunda forma se emplea en relación a la enseñanza de Jesús, en Mateo 7:29.
        1. Aquí se emplea la palabra griega “exousia” (ἐξουσία), que significa, primariamente: “privilegio”, como derecho propio por su propia capacidad; “capacidad, competencia o libertad” de poder hacer algo porque tiene esa facultad como derecho propio. Obviamente hablamos del Señor, pero nos indica que la autoridad no es impositiva, sino representativa, pues, el Señor tenía esa autoridad porque “enseñaba” la doctrina del Padre, la fuente de toda autoridad (cf. Juan 7:16).
        2. Este es el principio básico de toda la autoridad: solo el Padre es Soberano y tiene dominio, todos los demás tienen “autoridad”, es decir, la facultad de ejercer un derecho que el Padre le ha dado.
        3. Del Padre se dice: “hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere” (Dan. 4:25-32). Obviamente que Jesús y el Espíritu Santo tiene ese Dominio y Soberanía (cf. 1ª Cor. 12:10-11), pero en el nivel terrenal, nadie tiene esa facultad, todos ejercemos un grado de autoridad que Dios Padre ha designado. Por eso Jesús, como hombre, se sujetó al Padre, para “darnos ejemplo”.
      3. La tercera forma de referirse a la autoridad en la Escritura es: “santidad”. El término significa “separar”, y se usa para la autoridad o exclusividad recibida de parte de alguien. Dios nos “santifica” en Cristo y eso nos da “autoridad espiritual” (cf. Mateo 23:16-22).
  2. Dos tipos de Autoridad. En Romanos 13:1 se habla de dos tipos de autoridad:
    1. La Autoridad Absoluta. Es la que está sobre todas las autoridades, es única y eterna. Es el concepto que acabamos de ver en Mateo 23:16-22. Es realmente la única autoridad existente; todas las demás son posibles solo en la medida de que esta autoridad delegue poder sobre otros.
      1. Pablo dice que toda autoridad “procede de Dios”. Dios es la autoridad absoluta e inconmovible. No hay otra fuente de autoridad, Dios es la máxima y más grande autoridad (Is. 42:8; 45:18, 21; 46:9; Mat. 12:32; Hch. 4:12).
      2. En este sentido, la autoridad es sinónimo de “soberanía”. Dios es soberano absoluto y hace “como quiere”. Todas las demás autoridades proceden de Él, y no puede haber una autoridad sin que Dios la haya puesto (Rom. 13:1).
    2. La Autoridad Delegada. Es la que está establecida por la autoridad superior, y sucede en cadena (Rom. 13:1-2).
      1. Desobedecer a la autoridad delegada, es desobedecer a Dios.
      2. La autoridad es dado a los que están en “eminencia” (más alto en rango).
        1. Puede ser personas (Rom. 13:1).
        2. Leyes: “Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará” (Isaías 33:22).
        3. Cosas u objetos: “Guardad mis días de reposo, y tened en reverencia mi santuario. Yo Jehová” (Lev. 26:2). Aquí hay un día y un edificio que tienen “autoridad” sobre las personas, no por el objeto o el día, sino por la Palabra de Dios que fue dada.

Entendiendo lo que es la autoridad, y las únicas dos autoridades existentes, podemos entrar al tema de la Autoridad según las Escrituras.

  1. El Trono de Dios. El Trono de Dios es un tema importante en la Biblia, porque es la base de toda la doctrina y de todas las prácticas del creyente.
    1. La primera vez que se menciona el Trono en la Biblia, es en Génesis 41:40: “Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú”. En este verso, aunque se habla del Faraón, encontramos tres verdades de la autoridad:
      1. La autoridad delegada no da propiedad sobre lo que pertenece al Soberano.
      2. La autoridad delegada se rige por la palabra.
      3. La autoridad delegada está sujeta al “Trono”.
    2. En hebreo, la palabra traducida “trono”, es realmente “silla”, como la silla principal y especial.
      1. ¿Tiene usted una silla exclusiva en casa que no le gusta que nadie use? Porque usted le ha dado cierta autoridad; lo que debería hacerle entender rápidamente el concepto de sometimiento. Tal vez no sea una silla, y sea otra cosa que usted considere exclusiva y representativa de quien es usted.
      2. A Dios no se le da el concepto de trono, hasta que Israel entiende el concepto de “autoridad” detrás del trono. En Éxodo 17:16 es la primera vez que se aplica el término “trono” a Jehová. Israel aprendió la importancia del “trono” cuando estuvo esclavo.
    3. Entonces, “trono” y “autoridad” van de la mano.
      1. No hay autoridad si no hay un “trono” o un medio representativo del mismo. Por eso, tenemos personas superiores que tienen una “oficina” y una “silla” que es exclusiva del “jefe”1.
      2. Irrespetar la “silla” de alguien, es irrespetar su propia persona, y con ello, su autoridad. Por eso, en algunos lugares, cuando una visita llega a una casa, no se sienta hasta que le indiquen hacerlo.
        1. El “trono” de Dios es igualmente que la naturaleza de Dios: “Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino” (Sal. 45:6).
        2. El “trono” de Dios se refiere a su autoridad para ejercer juicio como Juez: “Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro” (Sal. 89:14).
        3. Esto significa que una “autoridad delegada” tiene la capacidad de “juzgar” como de tener compasión, que es el concepto en Romanos 13.
      3. La “autoridad” representa toda la persona de Dios, no solo el ejercicio de su poder. El “poder” por sí solo es dictatorial; pero el poder sujeto a la autoridad es justo.
        1. La importancia de reconoce la autoridad de Dios sobre todo es importante, porque refleja quién es Dios Veamos unos pasajes que nos revelan la magnitud de la autoridad de Dios.
          1. Jehová estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos” (Salmos 103:19).
          2. Jehová dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?” (Isaías 66:1).
          3. Dios está sobre todo y sobre todos; es la Autoridad Superior, y por eso, es el único SOBERANO (Jud. 1:14).
        2. Donde Dios esté hay autoridad suya y reflejo de su Trono:
          1. Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario” (Jeremías 17:12). Aquí se refiere al Templo de Jerusalén.
          2. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios” (Mat. 5:34).
          3. Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él” (Mat. 23:20-22).
    4. Aplicación:
      1. No jure (comprometerse con firmeza) en algo que no va a cumplir. Lea Eclesiastés 5:1-7. Si le decimos a Dios que vamos a hacer algo, cumplámoslo.
      2. No desobedezca en aquello que es una orden que no se puede evadir: “ y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Stg. 4:17).
      3. No ignore a Dios, que es superior y mayor que usted. Tarde o temprano tendrá que rendir cuentas ante Su autoridad.

(Ya vimos lo que significa autoridad, y que solamente hay una autoridad. Y que esa autoridad es absoluta, y puede ser delegada. Ahora veremos…).

  1. La Rebelión al Trono de Dios. Pablo dice en Romanos 13:2: “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”.
    1. Hay dos principios básicos que debemos comprender:
      1. El pecado es “infracción” de la Ley (1ª Jn. 3:4). Es decir, el pecado es “la desobediencia a la autoridad dada”. En este sentido, solo hay pecado cuando hay desobediencia.
      2. En Romanos 3:21-26, encontramos que todas las personas hemos pecado. Todas hemos desobedecido la ley en alguna manera. Entonces, todos los seres humanos son “pecadores”. Pero, ¿por qué somos pecadores? ¿Cómo fue que llegamos a este estado? La respuesta está en la Biblia.
    2. Satanás es la primera persona que peca. Satanás perdió toda su “dignidad” cuando pecó contra el Señor. Isaías 14:12-15 y Ezequiel 28:13-17 nos hablan de la caída de Satanás; o por lo menos, nos revela el principio del pecado en el corazón de aquel querubín.
      1. Isaías 14 nos muestra a Satanás tomando una decisión de desobedecer a Dios, porque quería ser “semejante al Altísimo”.
        1. No era destruir a Dios, porque sabía que no podía.
          1. Pero pensó que por lo menos podía poner su trono “a los lados del norte”, es decir, a la derecha de Dios.
          2. En el Sal. 48:2 se declara que el monte de Sión está en “los lados del norte”, es decir al norte de la parte principal de la ciudad.
          3. Sion es “la ciudad del gran Rey” (Sal. 48:2). Satanás no quería destronar a Dios, sino compartir su grandeza.
        2. Satanás intentó poner su trono cerca del trono de Dios, y era era usurpación de poder.
          1. Cuando servimos a Dios no debemos desobedecer la autoridades que Él ha designado (Rom. 13:2).
          2. Es peligroso tener sana doctrina, pero principios equivocados: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1ª Tim. 4:16). debemos cuidarnos de no caer.
          3. El principio de Satanás no desconoce la verdad, pero se niega a cumplirla: “porque Demas me ha desamparado, amando este mundo” (1ª Tim. 4:10).
        3. Aplicación: Cuando desobedecemos el orden establecido, desobedecemos a Dios:
          1. Debemos sujetarnos mutuamente (Ef. 5:21), pero individualmente Dios enseña que debemos seguir sujeciones obvias para que su Plan se lleve a cabo:
            1. El esposo se sujeta a Dios, y la esposa al esposo, y los hijos a los padres.
            2. La iglesia se sujeta a Dios, el pastor a la iglesia y los miembros al pastor: el pastor no es dueño de la iglesia, pero los miembros no tienen autoridad sobre el pastor de manera individual (lo veremos más adelante).
            3. La sociedad se sujeta a la ley del hombre, y la ley debe sujetarse a las leyes de Dios.
          2. La sujeción sucede en diferentes áreas y de diferentes maneras. Lo veremos más adelante.
          3. Muchos cristianos no se sujetan. Si el pastor dice algo que no les gusta o no están de acuerdo, se rebelan; chismean, se oponen, discuten, pelean y se van. Son rebeldes porque no saben seguir los procedimientos bíblicos para tratar los temas que no están de acuerdo.
  2. El Sometimiento al Trono de Dios. Ya vimos que toda autoridad está sometida a Dios y le pertenece a Él. Incluyendo al jefe del trabajo y a la asistente malhumorada de la seguridad social. El guarda humilde e iletrado es autoridad delegada de Dios, y debemos respetarlo. La autoridad no se juzga por el conocimiento, sino por la delegación. Predicamos tanto de que la gente debe creer en Cristo y ser salvo. Y no sabemos explicar esto porque no hemos tenido un encuentro con la autoridad de Dios.
    1. EL sometimiento voluntario o forzado (Rom. 13:3-7). Quizá el mayor problema que tenemos a la autoridad es el sometimiento. A causa del pecado, pocas personas quieren someterse a la autoridad, sea cual sea.
      1. El creyente debe “someterse” a la autoridad delegada si realmente quiere aprender a someterse a Dios; es un principio similar al del amor: “Si alguno dice, Yo amo a Dios, pero aborrece a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano al cual ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto?” (1ª Jn. 4:20). Rebelarse contra los que tienen autoridad es rebelarse contra Dios.
        1. Job, al inicio, fue descrito como “temeroso de Dios y apartado del mal” (Job 1:1). Pero Job no había tenido acceso directo a la autoridad de Dios, sino hasta después de haberse encontrado cara a cara con ella (Job 38-42, ver 42:5-6).
        2. Pablo creía conocer a Dios y hacer la obra de Dios, hasta que tuvo un encuentro directo con Dios (Hch. 9:1-18; ver 9:4-5, donde le llama “Señor”). Pablo aprendió con ese encuentro, que aceptó de Ananías, un anciano desconocido y pobre, a obedecer los mandamientos de Dios (Hch. 9:17-18).
        3. Aplicación: Un creyente que ha tenido un encuentro con la autoridad de Dios, escucha antes de juzgar, y analiza lo que escucha antes de ignorar o desechar, sin importar la apariencia u origen de la persona.
      2. Cuando el creyente aprende a entender la autoridad de Dios, respeta a la autoridad detrás de la persona.
        1. Apolos era “elocuente y poderos en las Escrituras”, pero deficiente en la doctrina (Hch. 18:24-26). Sometido a la autoridad de Dios, aceptó que una mujer, junto a su esposo, le instruyera mejor en el camino del Señor (Hech. 18:26).
        2. El mismo Señor Jesucristo se sometió a Poncio Pilato, no porque fuera un gran político, sino porque reconocía que detrás de Pilato estaba la autoridad de Dios con propósitos eternos (Jn. 19:10-11). Sin embargo, él se opuso a los Fariseos, porque Él era autoridad superior, y ellos no lo reconocieron como tal (Mat. 12:1-8).
      3. El creyente no obedece al hombre, sino a la autoridad delegada detrás de él. Es un error ver primero a la persona para evaluar la autoridad; debemos ver primero la autoridad y luego al hombre.
        1. Hay personas con autoridad, pero son déspotas y malvados; aún así, el creyente debe someterse a ellos (1ª Tim. 6:1-2; Col. 3:22).
        2. Dios llama a los amos o jefes que sean justos, porque ellos están bajo la autoridad de Dios (Ef. 6:9; Col. 4:1).
    2. La autoridad se comienza a respetar dentro de la iglesia.
      1. Cuando no se somete al orden, la iglesia se divide, pero el daño en la vida de los creyentes y el testimonio hacia los impíos es pisoteado (Rom. 2:24).
      2. El pastor está sujeto a la iglesia como Cuerpo (Hch. 15:22), pero no está sujeto a los individuos de la iglesia, sino que los individuos están sujetos al pastor (Heb. 13:7, 17).
      3. Los esposos tienen un orden que cumplir: la mujer debe respetar al marido, es decir, ver en él la autoridad de Dios, y no ver al hombre; y el marido debe respetar a su mujer, amándola y protegiéndola (Ef. 5:22-33, leer 33).
      4. Los hijos deben aprender a respetar la autoridad de los padres y aprender a obedecerles por “disciplina” (Ef. 6:4), y no por temor (1ª Jn. 4:18), lo veremos en otra ocasión.
    3. La obediencia siempre está antes del servicio y la adoración; en tanto que la desobediencia es el peor pecado: “Y Samuel dijo: ¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer á las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros: Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos é idolatría el infringir. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey” (1º Sam. 15:22-23).
    4. Para que se manifieste la autoridad, debe haber sumisión. La única manera de someterse es cuando el Espíritu Santo nos controla.
      1. Jesús demostró esa sumisión en el Getsemaní (Lc. 22:42).
        1. La voluntad de Dios es la expresión de Su autoridad.
        2. Conocer la voluntad de Dios y hacerla, es someterse a su autoridad.
        3. Para Jesús la voluntad de Dios está sobre la vida y la muerte (Jn. 18:11)
      2. Dios no nos llama a sufrir, nos llama a obedecer. Cuando aprendemos a obedecer, aunque venga el sufrimiento, seguiremos fieles: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré;” (Job 3:15). Si obedecemos, sea en sufrimiento o en paz, estaremos cumpliendo su voluntad.
  3. CONCLUSIONES
    1. Como hijos de Dios debemos tener una experiencia real con la autoridad de Dios. Antes de servir a Dios, debemos ser sometidos a su autoridad.
    2. Los hijos de Dios deben tener un encuentro cara a cara con la autoridad. No es simplemente usar la autoridad de Dios sin hacerla nuestra; eso descalifica a los falsos profetas (Mat. 7:21-23).
    3. Recordemos que solo dos cosas hacen un cambio auténtico en una persona: la fe que salva y la obediencia que autoriza. Obedecer nos da autoridad divina, nos da el poder de Dios.
    4. Solo hay dos caminos: el sometimiento a la autoridad de Dios, o el sometimiento a la rebeldía de Satanás.
      1. El servicio a Dios no busca excusas, se sujeta a la autoridad.
      2. Las excusas, sea cual sea, para no servir a Dios, es una clara rebelión a lo que pide. ¿Por qué no viene a los cultos? ¿Realmente no puede o simplemente no quiere? ¿Por qué no apoya los cultos de oración? ¿Realmente ora en casa o como nadie lo ve, está viendo el deporte o una receta de cocina?
    5. Tarde o temprano será confrontado con la autoridad de Dios. No tiene opciones. Por eso, Dios nos llama a buscar y someternos voluntariamente a su voluntad.
    6. Usted no podrá guiar a nadie a Cristo hasta que se someta a la autoridad de Dios. No importa cuanto trabaje, no podrá mostrar a Cristo si usted no está sometido a su autoridad.
      1. ¿Cómo es en casa? ¿cuántas veces se enoja y grita?
      2. ¿Obliga a su esposa o esposo a hacer lo que él no quiere? Pues, usted no sabe nada de Dios ni de su voluntad. Pura teoría muerta.

1“Jefe” viene del francés: “chef”, y “chef” viene del latín “caput”= cabeza. Un chef es “la cabeza de la cocina”, porque manda con autoridad para ordenar, coordinar, planear y dirigir… es la función que tiene la cabeza.