Capítulo 1
Los Bautistas no le llamamos “norma de fe”, aunque lo empleamos, por razones de esclarecimiento. No es una “norma”, como un canon inviolable, sino que es un “mensaje y fe” que es proclamado para ser estudiado y recibido voluntariamente. Por eso aclaramos que las iglesias hermanas son parte del compañerismo de forma voluntaria y abierta. Creemos en la libertad de Conciencia, y no creemos que nadie debe ser obligado a creer o no en lo que las Escrituras enseñan, pero sí proclamamos que cada uno es responsable de su decisión en relación a las Escrituras y su mensaje.
Mensaje y Fe Bautista
Compañerismo Bautista de Iglesias y Ministerios Landmark
El Compañerismo Bautista de Iglesias y Ministerios Landmark (CBI), es una Asociación de Compañerismo entre iglesias y ministerios afines a la fe y la práctica de los principios doctrinales enseñados en las Escrituras. Las iglesias hermanas de la CBI han aceptado libremente ser parte de la misma, y profesan abiertamente que creen que la Escritura es un libro sobrenatural, no humano, sino divino, que nos enseña y conduce a un Jesús 100% Dios y 100% hombre, perfecto en todas sus partes humanas, sin pecado, nacido por obra del Espíritu Santo al ser concebido en la virgen María, el verdadero Mesías, el Cristo de Dios, que vivió perfectamente, sin pecado y que no podía pecar, y que murió como sustituto por nuestros pecados, llevando sobre sí el castigo de nuestra paz, y por cuyas llagas hemos sido sanados del pecado. Que Cristo es el Hombre Perfecto que está sentado a la diestra de Dios en su cuerpo físico resucitado. Que la salvación es por gracia, por medio de los méritos del sacrificio de Cristo, que ha sido ofrecida a todos los hombres, y que la Sangre de Cristo es suficiente para perdonar todos los pecados y transgresiones. Que el creyente una vez salvo es eternamente salvo, preservado por el poder de Dios y por la inmensa gracia.
Por tanto, las iglesias hermanas de la CBI, creemos y proclamamos como nuestra Norma de Fe y Práctica las doctrinas bíblicas siguientes:
Artículo I. Acerca de las Sagradas Escrituras
Que las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento son la Palabra del Dios vivo, plenaria y verbalmente inspiradas por Dios e inerrables en los manuscritos originales; que son de autoridad suprema y final en toda cuestión de vida y fe, las cuales se deben interpretar normalmente: gramatical, literal e históricamente.
Aunque las obras creadoras y la Providencia divinas demuestran el poder y la esencia divinas, de tal manera que los hombres son inexcusables, solamente las Escrituras son aptas y capaces de guiar y orientar a los pecadores en su conocimiento de su pecado, de la existencia divina y de la necesidad de su salvación.
Con plenaria referimos a que absolutamente toda la Escritura ha sido inspirada, incluyendo gramática, concepto y mensaje. Con verbal proclamamos que su contenido gramatical y estructural.
Con “interpretación gramatical, literal e histórica”, referimos a las normas hermenéuticas aprendidas en la misma Palabra del Señor.
Los libros comúnmente titulados Apócrifos, por no ser de inspiración divina, no deben formar parte del canon de las Santas Escrituras, y por lo tanto no son de autoridad para las iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni usarse sino de la misma manera que otros escritos humanos.
La autoridad de las Santas Escrituras; por la que ellas deben ser creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia, sino enteramente de Dios (quien en sí mismo es la Verdad), el Autor de ellas; y deben ser creídas porque son la Palabra de Dios. Por lo que rechazamos la Crítica Textual y las versiones modernas no sujetas a esta norma.
Con los términos de “Santa Biblia”, “Sagradas Escrituras”, “Las Escrituras”, “La Palabra de Dios”, “El Libro de Dios” y “La Biblia”, nos referimos a los escritos inspirados por Dios: 66 libros en el AT y 27 Escritos en el NT:
Antiguo Testamento |
Nuevo Testamento |
Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio. Históricos: Josué, Jueces, Ruth, 1º y 2º Samuel, 1º y 2º de Reyes, 1º y 2º Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester. Poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares. Proféticos: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. |
Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Histórico: Hechos o Actos de los Apóstoles. Epístolas Paulinas: Romanos, 1ª y 2ª Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1ª y 2ª a los Tesalonicenses; 1ª y 2ª a Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos. Generales: Santiago o Jacobo, 1ª y 2ª Pedro; 1ª, 2ª y 3ª Juan, Judas. Profético: Revelación o Apocalipsis. |
Creemos que estos libros son la Palabra del Dios verdadero, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y que son la misma Palabra de Dios, divinamente inspirada y preservada hasta nuestros días por medio de los manuscritos preservados en la línea de preservación divina.
Por inspiración divina afirmamos que la colección de estos 66 libros fueron escritos por hombres históricos y reales de la antigüedad, siendo guiados por el Espíritu Santo de tal manera definitiva que sus escritos fueron producidos sobrenaturalmente en su forma verbal y literal sin error alguno, y que no existe ningún otro libro inspirado y perfecto como las Escrituras.
2ª Tim. 3:16-17; 2ª Pedro. 1:19-21; Hch. 1:16; 28:25; Lc. 24: 25-27; Jn. 12:48; 17:17; Mt. 5:17-18; 22:29; Lc. 16:31; 21:33; 24:44-46; Jn. 5:39, 45-47; 5:39; 16:13-15; 17:17; Hch. 2:16; Ro. 3:4; 15:4; 16:25-26; Efe. 06:17; 1ª Pedro 1:23, 25; Apc. 22:19; Éx. 24:4; Dt. 4:1-2; 17:19; Jos. 8:34; Sal. 19:7-11, 119:89, 105, 130, 160; Prov. 30: 5-6; Is. 08:20; 34:17; 40:8; Jer. 15:16; 36:1-32; 1ª Tes. 2:13; 1ª Juan 5:9.
Nota: Creemos que Dios ha preservado Su palabra hasta nuestros días por medio de la línea de manuscritos masoréticos y bizantinos, y que por medio de las traducciones a cada idioma, Él ha otorgado una fiel copia de Su verdad, por lo que aceptamos cualquier Reina-Valera que esté acorde a estos manuscritos, teniendo como base la RV1909 y 1960 (véase el Apéndice 1). Consideramos a la RVSBT como la más fiel a los originales bíblicos.
Artículo II. Acerca de Dios.
Creemos que hay un solo Dios Verdadero y solamente uno, el cual existe por sí mismo eternamente en tres personas iguales: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo, quiénes poseen la misma naturaleza y los mismos atributos y perfecciones de la Deidad. Creemos que es un Ser racional, personal e inteligente; un Dios trino: uno en esencia y diferente en oficios. Que es un Espíritu purísimo, invisible, inteligente, infinito, sin cuerpo físico (a excepción del Hijo) o pasiones; que es el Fabricante y el Gobernante Supremo de los cielos y de la tierra; indeciblemente glorioso en santidad y digno de todo honor posible, de toda la confianza y de todo el amor; que en la unidad de la Divinidad son iguales en toda perfección divina, inmortabilidad, inaccesibilidad, inmutabilidad, inmensidad, Omnipotencia, y ejecutando oficios distintos pero armoniosos en la gran obra de la redención. También Dios es amoroso, benigno y misericordioso, longánimo, abundante en bondad y verdad, perdonando toda iniquidad, transgresión y pecado, galardonador de todos los que le buscan con diligencia, y sobre todo muy justo y terrible en sus juicios, que odia todo pecado y que de ninguna manera dará por inocente al culpable. Dios es Soberano y Absoluto.
Deut. 6:4; 1º R. 8:23; 2º Cró. 6:14; Is. 44:6, 8; 45:5; Jn. 10:30; 2ª Cor. 3:17; Job. 31:28; Ex. 6:3; Mal. 3:6; Heb. 13:8; 1ª Tim. 1:17; 1ª Jn. 4:8, 16; Isa. 33:22.
Inciso A. Dios el Padre
Dios como Padre reina con cuidado providencial sobre todo su universo, sus criaturas, y el fluir de la corriente de la historia humana de acuerdo a los propósitos de su gracia. Él es todopoderoso, omnisciente, todo amor, y todo sabio. Dios es Padre en verdad de todos aquellos que llegan a ser sus hijos por medio de la fe en Cristo Jesús. Él es paternal en su actitud hacia todos los hombres.
Dios Padre posee en sí mismo y por sí mismo toda vida, gloria, bondad y bienaventuranza, es suficiente en todo en Sí mismo y respecto a Sí mismo, no teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que Él ha hecho, ni derivando ninguna gloria de ellas, sino que solamente manifiesta su propia gloria en ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas. Él es la única fuente de todo ser, de quien, por quien y para quien son todas las cosas, teniendo sobre ellas el más soberano dominio, y, haciendo por ellas, para ellas y sobre ellas toda su voluntad.
Todas las cosas están abiertas y manifiestas delante de su vista; su conocimiento es infinito, infalible e independiente de toda criatura, de modo que para Él no hay ninguna cosa contingente o dudosa. Es santísimo en todos sus consejos, en todas sus obras y en todos sus mandatos. Siendo Él el Creador de los hombres y de los ángeles por Jesucristo, éstos le deben a Él toda adoración, servicio y cualquier cosa que Él pudiera demandar de ellos.
Gn.1:1; 2:7; 1:26; 17:1; Éx. 3:14; 6:2-3; 15:11ss; 20:2-3; Lv. 22:2; Dt. 6:4; 32:6; 1º Cró. 29:10; Sal. 19:1-3; Is. 43:3, 15; 64:8; Jer. 10:10; 17:13; Mt 3:16,17; 6:9ss; 7:11; 23:9; 28:19; Mr. 1:9-11; 12:30; Jn. 4:24; 5:26; 10:30; 14:6-11; 15:26; 17:5; Hch. 1:7; Ro. 11:33; 1ª Cor. 8:6; 2:10-11; 12:4-6; 2ª Cor. 13:14; Efesios 2:18; 4:6; Fil. 2:5-6; 1ª Tim. 1:17; 1ª Juan 5:7; Ap. 4:11; He 4:13; Ez. 11:5; Hch 15:18; Sal 145:17; Ap. 5:12-14.
Inciso B. Acerca de Dios el Hijo
Creemos que el Señor Jesucristo es la encarnación de Dios, y es el Hijo Eterno del Padre; en cuanto a su humanidad fue engendrado por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María, por concepción virginal. Jesús reveló y cumplió perfectamente la voluntad de Dios, tomando sobre Sí mismo la naturaleza humana con sus demandas y necesidades e identificándose completamente con la humanidad, pero sin pecado, es decir, Jesús jamás pecó. Jesús fue levantado de entre los muertos con su propio cuerpo resucitado y glorificado, y apareció a Sus discípulos tal como Él siempre fue, en su propio cuerpo resucitado. Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre, por lo que es Dios manifestado en carne, y glorificado en carne. Que murió y resucitó físicamente, en cuyo cuerpo físico está en el cielo a la diestra de Dios. En su persona se ha completado y logrado la redención del hombre. Jesús es el Rey de Israel que un día reinará física y literalmente en la tierra por mil años; es el Mesías de Dios, el Centro de todo el mensaje bíblico y el único Camino al Padre. Cuando regrese vendrá con poder y gran gloria para juzgar al mundo y consumar su obra. Él mora eternamente en todos los creyentes como Salvador y Redentor por la obra del Espíritu Santo. Posee cuerpo físico como hombre, pero es omnipresente e ilimitado como Dios.
Gn. 18:1ss; Sal 2:7ss; 110.1ss; Is 7:14; 53; Mt. 1:18-23; 3:17; 8:29; 11:27; 14:33; 16:16,27; 17:5; 27; 28:1-6,19; Mr. 1:1; 3:11, Lc. 1:35; 4:41; 22:70; 24:46; Juan 1:1-18, 29; 10:30, 38; 11:25-27; 12:44-50; 14:7-11; 16:15-16,28; 17:1-5, 21-22; 20:1-20, 28; Hch. 1:9; 2:22-24; 7:55-56; 9:4-5, 20; Ro. 1:3-4; 3:23-26; 5:6-21; 8:1-3, 34; 10:4; 1ª Cor. 1:30; 2:2; 8:6; 15:1-8, 24-28; 2ª Cor. 5:19-21; 8:9; Gál. 4:4-5; Ef. 1:20; 3:11; 4:7-10; Fil. 2:5-11; Col. 1:13-22; 2:9; 1ª Tes. 4:14-18; 1ª Tim. 2:5-6; 3:16; Tito 2:13-14; He. 1:1-3; 4:14-15; 7:14-28; 9:12-15, 24-28; 12:2; 13:8; 1ª P. 2:21-25; 3:22; 1ª Jn. 1:7-9; 3:2; 4:14-15; 5:9; 2ª Jn. 7-9; Ap (Rv.) 1:13-16; 5:9-14; 12:10-11; 13:8; 19:16. Mt. 1:18-20; Lc 1:35; Jn.1:1-14; 14:6; 2:11; Gá. 4:4; 1 Ti. 3:16; 1ª Cor. 15.
Inciso C. Acerca de Dios el Espíritu Santo
Creemos que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Divina Trinidad, inspirador de Las Sagradas Escrituras y Agente de la regeneración de las almas. Él es el Espíritu de Dios y de Jesús, es completamente divino y perfecto. Mediante la iluminación Él capacita a los personas para entender la verdad y así poder responder al mensaje del Evangelio. Él exalta solamente a Jesucristo. Él es quien convence a los humanos de pecado, de justicia y de juicio. Él es quien llama y guía a los hombres al arrepentimiento y al Salvador, y es quien efectúa la regeneración. Cuando el hombre es atraído, y comprende el Evangelio, podrá decir creer o rechazar a Cristo. Él es quien sella y bautiza al creyente en el momento de creer y habita eternamente en el creyente, revistiéndolo de poder para la vida y servicio cristiano mediante la obediencia, hasta el día final. Es la presencia del Espíritu Santo en el creyente lo que asegura la salvación y la perseverancia del creyente. Él ilumina y da la capacidad al creyente y a la iglesia para la adoración, el evangelismo y el servicio. Se contrista cuando el creyente peca y se apaga cuando se le resiste o desobedece. Posee todos los atributos divinos, es una persona racional e inteligente, coigual al Padre y al Hijo.
Gn. 1:2; Jue. 14:6; Job 26:13; Sal. 51:11; 139:7ss; Is. 61:1-3; Joel 2:28-32; Mt. 1:18; 3:16; 4:1; 12:28-32; 28:19; Mr. 1:10, 12; Lc. 1:35; 4:1, 18-19; 11:13; 12:12; 24:49; Jn. 4:24; 14:16-17, 26; 15:26; 16:7-14; Hch. 1:8; 2:1-4, 38; 4:31; 5:3; 6:3; 7:55; 8:17, 39; 10:44; 13:2; 15:28; 16:6; 19:1-6; Ro. .9-11, 14-16, 26-27; 1ª Cor. 2:10-14; 3:16; 12:3-11, 13; Gál. 4:6; Ef. 1:13-14; 4:30; 5:18; 1ª Tes. 5:19; 1ª Ti. 3:16; 4:1; 2ª Ti. 1:14; 3:16; He. 9:8, 14; 2ª P. 1:21; 1ª Jn. 4:13; 5:6-7; Ap (Rev.) 1:10: 22:17. Mt. 28:19; Jn. 3:5; Ro. 8:11; 1 Co. 12:13; Ef. 1:13; 4:30,5:18; 1 Ts 5:19; 2 P. 1:20,21.
Artículo III: Acerca del Hombre
Creemos que el hombre (varón y mujer) fue creado a imagen de Dios, y no es evolucionado. La dádiva del género es, por tanto, parte de la bondadosa creación de Dios. Al principio el hombre fue inocente y dotado de libre albedrío, con la capacidad de elección. Por su propia decisión el hombre pecó contra Dios y trajo la muerte y el pecado a toda la raza humana. Por medio de la tentación satánica el hombre transgredió el mandamiento de Dios y cayó de su estado original de inocencia, heredando a su descendencia la muerte y una naturaleza inclinada al mal y que su caída voluntaria trajo como consecuencia, para toda la raza humana, la depravación total y la incapacidad de desear y buscar el bien por sí mismo, otorgándole la muerte física y espiritual. El hombre, después de la caída, no puede elegir nacer sin pecado, sin embargo, está dotado de libre albedrío y, por ello, todos los seres humanos, aunque nacen con una naturaleza pecaminosa, son responsables de sus pensamientos, palabras y hechos.
Que el divorcio y nuevo recasamientos son antinaturales a las enseñanzas de las Escrituras, y que todo creyente debe casarse una sola vez. En caso de divorcio o recasamiento, el creyente puede ser perdonado y restaurado, aunque pierde los privilegios espirituales de diaconado y pastorado, pero puede servir en los otros ministerios de forma libre y consiente, si ha sido restaurado.
Que la familia la constituye un varón y una mujer unidos en matrimonio, y cualquier otro tipo de relación es antinatural y antibíblica. Que cualquier unión sexual que no sea entre un varón y una mujer dentro de los lazos del matrimonio y bajo las determinantes bíblicas, son una desviación de la Verdad de la unidad familiar, y son execrables.
Gn. 1:26-30; 2:5, 7:18-22; 3; 9:6; Sal. 1; 8:3-6; 32:1-5; 51:5; Is. 6:5; Jer. 17:5; Mt. 16:26; Hch. 17:26-31; Ro. 1:19-32; 3:10-18, 23; 5:6,12,19; 6:6; 7:14-25; 8:14-18, 29; 1ª Cor. 1:21-31; 15:19, 21-22; Ef. 2:1-22; Col. 1:21-22; 3:9-11; Gn. 1:26; Is. 53:6; Ro. 3:9, 10, 22-23; 5: 12, 19; 6:23; Gá.5:17-21.
Artículo IV: Acerca de la Obra de Cristo
Creemos que la muerte de Jesucristo en la cruz fue un sacrificio vicario y expiatorio; y por el derramamiento de su sangre, su resurrección corporal y su ascensión a la diestra del Padre, Él provee la salvación para todos los hombres y es El Salvador de todos los que creen en Él y le reciben. Creemos que su redención es para todos los hombres, pero solamente aplicada a aquellos que creen en Él y lo reciben como Salvador, confesándolo como Señor.
Creemos que ahora Cristo está en el cielo como Intercesor y Abogado a favor de los creyentes, porque Cristo resucitó corporalmente “al tercer día, según las Escrituras”; que ascendió “a la diestra del trono de Dios”; que sólo Él es nuestro “sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios refiere”; “Que este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera como le habéis visto ir al cielo”, corporal, personal y visiblemente.
Mat. 28: 6-7; Hechos 24:39; Juan 20:27; 1ª Cor. 15: 4; Marcos 16: 6; Lucas 24: 2-7; Hechos 1:9, 11; Lucas 24:51; Marcos 16:19; Rev. 3:21; He. 8: 1; He. 12: 2; He. 8: 6; 1ª Tim. 2: 5; 1ª Juan 2: 1; He. 02:17; He. 5: 9-10; Juan 14: 3; I Tes. 04:16; Mateo 24: 27, 42; He. 9:28; 1ª Cor. 15: 42-44, 51 a 53; 1ª Tes. 4:17; Fil. 3: 20-21; Lucas 1:32; Iª Cor. 15:25; 11:4-5; Sal. 72: 8; Ap. 20: 1-4; Ap. 20: 6; 1ª Co. 5:6-8; 1ª Ti. 2:6; He. 7:25; 1ª P. 3:18; 1ª Jn. 2:1; Juan 1:12; Romanos 9:8-11.
Artículo V: Acerca de la Salvación
Creemos que, para salvarse, los pecadores deben arrepentirse de sus pecados y nacer de nuevo. Que el nuevo nacimiento es una nueva creación en Cristo Jesús; que es instantánea y no un proceso; que en el nuevo nacimiento el muerto en sus delitos y pecados se hace partícipe de la naturaleza divina por la presencia eterna del Espíritu Santo, y recibe la vida eterna como el don gratuito de Dios mediante la fe.
Creemos que la nueva creación se produce de una manera que supera nuestra comprensión, y que no viene por la cultura, ni por carácter, ni por la voluntad del hombre, sino única y exclusivamente por el poder del Espíritu Santo en relación con la verdad divina, a fin de asegurar nuestra obediencia voluntaria al Evangelio.
Creemos que su evidencia apropiada del nuevo nacimiento se manifiesta en los santos frutos del arrepentimiento, la fe y la vida nueva. Creemos que cualquier hombre o mujer puede ser salvo, y que cualquiera que recibe al Señor Jesucristo como Salvador mediante la fe, aparte de cualquier obra humana, es “nacido de lo alto”, y llega a ser así hijo de Dios, “creado en Cristo Jesús para buenas obras”.
Por tanto, la salvación implica la redención total del hombre en espíritu, alma y cuerpo, y se ofrece gratuitamente para todos los que crean en Jesucristo como Salvador y Señor, quien por Su propia sangre obtuvo redención eterna para cada creyente. Por ello, la salvación incluye la regeneración, la justificación, la santificación y la glorificación. No existe salvación fuera de la fe en Jesucristo. Todo aquel que es salvo, es eternamente salvo.
- Inciso A. Que todos los redimidos son guardados eternamente por el poder de Dios, o sea, poseen seguridad eterna, debido a los siguientes factores: a) el carácter y propósito eterno del Padre, b) la presente obra del Hijo, c) la presencia permanente del Espíritu Santo en el creyente, d) la naturaleza del Don de la vida eterna.
- Inciso B. Que la salvación es ofrecida a todos los hombres sin distingo de etnia, economía o sociabilidad, y que ha sido hecha eficaz solamente en aquellos que han creído en Cristo Jesús.
- Inciso C. Que el arrepentimiento y la fe son experiencias inseparables ofrecidas a todo hombre por la gracia de Dios, siendo el arrepentimiento una genuina vuelta hacia Dios y que la fe es la aceptación de Jesucristo y la dedicación de la persona del creyente totalmente a Él, haciéndolo su Señor y Salvador.
- Inciso D. Que la regeneración o nuevo nacimiento es el acto por el cual Dios, en Su gracia, hace en nuevas criaturas a quienes creen en el Señor Jesucristo. Es una regeneración del corazón, que es efectuada por el Espíritu Santo mediante la obra de convencimiento, donde el pecador comprende el pecado, la justicia y el juicio, y así responde en arrepentimiento hacia Dios por la fe en la obra terminada de Jesucristo. Es exclusivamente de Dios y para su gloria.
- Inciso E. Que la justificación es la obra de gracia de Dios y la completa absolución basada en los principios de su gracia hacia todos los pecadores que se arrepientan y crean en Jesucristo. La justificación coloca al creyente en una relación de paz y favor con Dios.
- Inciso F. Que la santificación es la experiencia que Dios ofrece al creyente al ser salvado, mediante la cual es separado para Dios y Sus propósitos, y es capacitado para crecer en la madurez moral y espiritual por medio de la presencia permanente del Espíritu Santo en su vida.
- Inciso G. Que la glorificación es la culminación de la salvación y es el estado bendito y permanente de los redimidos desde su conversión hasta que lo alcance completo al final de los tiempos.
- Inciso H. Que todo creyente debe seguir creciendo ininterrumpidamente durante toda su vida cristiana en este mundo, estudiando las Escrituras y orando incansablemente.
Jn. 3:6-7; 5:24; 10:28; Ro. 3:20; 8:1, 6, 9, 29, 30; Ef. 2:8-9; Tit. 3:5; 1ª Jn. 5:11-12. Gn. 3.15; Éx. 3.14-17; 6.2-8; Mat. 1.21; 4.17; 16.21-26; 27.22-28.6; Lucas 1.68-69; 2.28-32; Juan 1.11-14,29; 3.3-21,36; 5.24; 10.9,28-29; 15.1-16; 17.17; Hch. 2.21; 4.12; 15.11; 16.30-31; 17.30-31; 20.32; Rom. 1.16-18; 2.4; 3.23-25; 4.3 y sgts.; 5.8-10; 6.1-23; 8.1-18, 29-39; 10.9-10,13; 13.11-14; 1ª Cor. 1.18, 30; 6.19-20; 15.10; 2ª Cor. 5.17-20; Gál. 2.20; 3.13; 5.22-25; 6.15; Ef. 1.7; 2.8-22; 4.11-16; Fil. 2.12-13; Col. 1.9-22; 3.1 y sgts.; 1ª Tes. 15.23-24; 2ª Tim. 1.12; Tito 2.11-14; Heb. 2.1-3; 5.8-9; 9.24-28; 11.1-12.8,14; Stg. 2.14-26; 1ª P. 1.2-23; 1ª Jn. 1.6-2.11; Ap. ó Rev. 3.20; 21.1-22.5.
Artículo VI: Acerca de la Separación Cristiana.
Que cada persona que se halla “en Cristo” está santificada (separada) para Dios y su gloria. Ésta santificación no es la erradicación de la naturaleza adámica, la cual continúa en nosotros hasta el día de la redención final. Sin embargo, Dios ha hecho provisión mediante la muerte de Cristo para que el creyente practique a diario la vida santa conforme a los principios bíblicos.
Creemos en la doctrina de la Separación, donde el creyente debe separarse del mundo y vivir en santidad de vida para Cristo Jesús. Por tanto, creemos en la santificación como un estado (posicional), como un estilo de vida (práctica) y como un resultado inevitable de la salvación (futura). El creyente debe vivir separado del pecado y conforme al carácter de Cristo.
Creemos que este tipo de santidad es sólo de creyentes verdaderos que son salvos y que perseverarán hasta el fin; porque su adhesión perseverante a Cristo es la gran marca que los distingue de los profesos superficiales; y porque la Providencia especial vela por su bienestar, crecimiento y fin; y que se mantienen por el poder de Dios mediante la fe para la salvación eterna.
Creemos que hay una diferencia radical y esencial entre los justos y los perdidos. Que solamente por medio de la fe son justificados en el nombre del Señor Jesús todo aquel que cree, y son santificados por el Espíritu de nuestro Dios, llegando a ser verdaderamente justos en su ser; mientras que todos los que siguen en la oscuridad del pecado y la incredulidad, son malvados a los ojos de Dios, y están bajo la maldición eterna. Esta distinción existe entre todos los hombres, tanto durante y después de la muerte, en la felicidad eterna de los salvos y el eterno sufrimiento consciente de los perdidos. En el Espíritu de Cristo, los cristianos deben oponerse al racismo, a toda forma de codicia, egoísmo, vicio, a todas las formas de inmoralidad sexual, incluyendo el adulterio, la homosexualidad y la pornografía.
Ro. 6:6,11-13; 12:1-2; 1Co. 1:2; Gá. 5:16,17; 1ª Jn 2:6; 8:31-32; Col. 1:21-23; 1ª Jn. 2:19; Mat. 13: 19-21; Rom. 08:28; Sal. 121: 3; He. 1:14; 1ª Pedro. 15; Fil. 16; Juan 10: 28-29; Rom. 8:35-39; Mal. 03:18; Génesis 18; 23; Rom. 6: 17-18; Prov. 11:31; 1ª P. 1:18; Rom.1:17; 1ª Cor. 15:22; Hech. 10: 34-25; 1ª Jn. 2:29; Rom. 06:16; 1ª Jn. 5:19; Gal. 3:10; Rom. 7:6; 6:23; Prov. 14:32; Lc. 16:25; Mat 25:34, 41; Jn. 8:21; Lc. 9:26; Jn. 12:25; Mat. 7:13-14.
Artículo VII: Acerca de la Elección Divina.
La Elección Divina es el acto por medio del cual Dios santifica y purifica al creyente, pero la regeneración, justificación, santificación y glorificación eterna es solamente para todo aquel que creen en Jesucristo. La elección se efectúa en Cristo, y es aplicada solamente en la conversión, siendo predestinados antes de la fundación del mundo para ser adoptados en Cristo, y es la obra de su gracia mediante la cual nos escoge desde el principio para adopción, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, y que al mismo tiempo es evidente que cada persona es responsable de responder voluntaria y conscientemente a la iniciativa de Dios. La Elección es “en Cristo” porque Dios eligió a Cristo, y todo aquel, sin excepción, que crea en Cristo, es un elegido en Él.
Dentro del Plan de Dios, es Él quien elige, predestina y salva en Cristo, es decir a los que creen en Él; y ha dado al hombre, en su creación, la capacidad propia para tomar una decisión de fe, en respuesta a la oferta salvadora, sin que por ello esa oferta de fe sea una obra humana ni un acto externo que haga al hombre coautor de la salvación, ni a Dios con acepción de personas.
Por tanto, la elección es consistente con el libre albedrío del hombre, e incluye todos los medios relacionados con el fin. Es la gloriosa expresión de la bondad soberana de Dios, y es infinitamente sabia, santa e inmutable. Excluye la jactancia y promueve la humildad. Todos los verdaderos creyentes perseveran hasta el fin porque son escogidos para ser santos y sin mancha.
Aquellos a quienes Dios ha aceptado en Cristo y santificado por su Espíritu, jamás caerán del estado de gracia, sino que perseverarán hasta el fin. Los creyentes pueden caer en pecado por negligencia y tentación, por lo cual contristan al Espíritu, menoscaban sus virtudes y su bienestar, y traen reproche a la causa de Cristo y juicios temporales sobre sí mismos; sin embargo, ellos serán guardados por el poder de Dios mediante la fe para salvación.
Que Dios ha dotado la voluntad del hombre de una libertad natural, poder para actuar a base de decisión propia, que no es forzada ni obligada a hacer bien o mal, por ninguna necesidad de la naturaleza. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer y hacer lo que era bueno y agradable a Dios, evitando el pecado, pero era mutable y podía caer de dicho estado.
El hombre, por su caída a un estado de pecado, perdió completamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a la salvación o se la otorgue. Así que, como hombre natural, que está enteramente opuesto a ese bien y muerto en el pecado, no puede por su propia fuerza convertirse a sí mismo o prepararse para ello. Por esto, Dios manda predicar el Evangelio a los pecadores, y así Él los salva de su perdición y le pone en el estado de gracia, librándole de su estado de servidumbre natural bajo el pecado, y solamente por su gracia lo capacita para querer y obrar libremente lo que es bueno en lo espiritual; sin embargo, por razón de la corrupción que aún queda, el converso no quiere ni perfecta ni únicamente lo que es bueno, sino mayormente lo que es malo. La única facultad humana es recibir o rechazar a Cristo voluntariamente después del convencimiento del Espíritu; después de haber sido salvado, el hombre es capaz de permanecer en santidad solo por el poder de Dios.
Creemos que todos los niños infantes, y personas discapacitadas mentalmente, son salvos por la gracia, al no poder ejercer el arrepentimiento y la decisión por la iluminación del Espíritu Santo. No creemos que la elección es un acto de individuos en el pasado; sino un acto colectivo en la Persona de nuestro Señor Jesucristo.
Stg. 1:14; Dt. 30:19; Gn. 12.1-3; Éxodo 19.5-8; 1º Sam. 8.4-7,19-22; Is. 5.1-7; Jer. 31.31 y siguientes; Ecl. 7:29; Jn. 3:6; Ro. 5:6; 8:7; Mat. 16.18-19; 21.28-45; 24.22, 31; 25.34; Luc. 1.68-79; 2.29-32; 19.41-44: 24.44-48; Jn. 1.12-14; 3.16; 5.24; 6.44-45, 65; 10.27-29; 15.16; 17.6; 12:17-18; Hch. 20.32; Rom. 5.9-10; 8.28-29; 10.12-15; 11.5-7,26-36; 1ª Cor. 1.1-2; 15.24-28; Ef. 1.4-23; 2.1-10; 3.1-11; Col. 1.12-14; 2ª Tes. 2.13-14; 2ª Tim. 1.12; 2.10,19; Heb. 11.39-2.2; Stg. 1.12; 1ª P. 1.2-5, 13; 2.4-10; 1ª Jn. 1.7-9; 2.19; 3.2; Mt. 17:12; Ef. 2:1,3; Tit. 3:3-5; Jn. 6:44; Col. 1:13; Jn. 8:36; FiI. 2:13; Ro. 7:15, 18, 19, 21, 23; Ef. 4:13.
Artículo VIII. Acerca del Dispensacionalismo.
Que el Señor ha trabajado con la Humanidad por medio de Dispensaciones, es decir, períodos administrativos claramente definidos en las Escrituras, siendo ocho dispensaciones, las cuales son: Inocencia, Conciencia, Gobierno Humano, Promesa, Ley, Gracia, Tribulación y Milenio. No obstante, se pueden considerar 7 dispensaciones, si la Tribulación es claramente definida.
Que el dispensacionalismo es una doctrina bíblica, y parte central del Plan Eterno de los Siglos. Que existe una diferencia clara entre Israel y la iglesia, siendo la iglesia la nueva sociedad en Cristo. Que estamos en la edad de la Gracia, y esperamos a Jesús para que arrebate a su pueblo y establezca el Reino Milenario después de la Tribulación de aquellos días.
Que la dispensación de la Ley terminó con el nacimiento de Cristo, y la dispensación del Espíritu o de Gracia inició con el nacimiento de Cristo.
Ef. 2: 7; 3:5, 9; He. 1:2; Jn. 1:17; cf. Mt. 5:21-22; 2 Co. 3:11; He. 7:11-12; Mt. 28:20; 2ª P. 3:7; Ap. 20:11; Is. 66:22; Juan 1:18.
Artículo IX. Acerca de la Iglesia
Creemos que cada creyente es unido a la familia de Dios por la obra de regeneración del Espíritu Santo, y se hace miembro de la iglesia local a la cual debe pertenecer. Por tanto:
- No creemos en una iglesia universal, sino en la Familia de Dios, que reúne a todos los salvos de la era de gracia, y no de todas las edades. Por tanto, Israel y la Iglesia serán diferentes eternamente.
- Creemos en una iglesia Bautista, local, visible y claramente definida en la localidad, que es el Baluarte de la Verdad, y el Cuerpo de Cristo.
- Creemos que una iglesia bautista, fundada en las doctrinas del Nuevo Testamento, es una congregación local y autónoma de creyentes que han sido bautizados por inmersión1, y que está hermanada con otras iglesias locales, mediante el Pacto Bautista y el Mensaje y Fe Bautista, cuyo compañerismo es mediante la obediencia de las Escrituras, no impuesto u obligatorio.
- Que cada iglesia local debe cumplir las dos ordenanzas dadas por Jesús en Su Palabra fielmente, y de acuerdo a la Sana Doctrina.
- Que cada iglesia debe estar gobernada por los principios nuevo testamentarios del Espíritu Santo, ejercitando los dones, derechos y privilegios con los cuales ha sido investida por Su Palabra, luchando por predicar el Evangelio hasta el fin de toda la tierra.
- Que cada iglesia local debe actuar bajo el señorío de Jesucristo, y bajo el orden de la Asamblea, formada por los miembros, y tomando decisiones y acciones solamente mediante la mayoría cristiana en aquellos asuntos que le competen. Por ello, en cada congregación cada miembro individualmente es responsable de dar cuentas a Jesucristo, quien es su Señor y Salvador.
- Que una iglesia bautista solamente reconoce como oficiales, dados por el Espíritu Santo, a los pastores (ancianos) y diáconos (servidores). Los demás ministerios están sujetos al pastorado, y por efecto, el administrativo está sujeto al Señor, por lo que los grupos de apoyo al pastor y otros, son decisión interna de cada iglesia bajo la autoridad pastoral.
- Que una iglesia bautista landmark cree que Dios salva a varones y mujeres y les dota de dones y ministerios, pero que el oficio del pastor y predicador está limitado a los varones, como lo limita la Escritura; en tanto que sí acepta diaconisas tal como se revela en la Palabra de Dios.
- Que los pastores dedicados a tiempo completo son dignos de su salario, y por tanto, cada iglesia debe proveer y facilitar los medios de subsistencia de cada pastor.
- Que en obediencia a las Escrituras guardamos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios en la iglesia local de que somos parte.
- Que la iglesia local está formada por creyentes nacidos de nuevo de todas las edades, creyentes de cada tribu, lengua, pueblo y nación.
- Que deseamos mantener relación, para el alcance de fines específicos y el avance del Evangelio, con grupos que sustente en fe y práctica esta misma norma de fe, por lo cual rechazamos todo ecumenismo, y vínculo con grupos carismáticos o pentecostales.
- Creemos que la iglesia fue establecida durante el ministerio terrenal de Jesús cuando instituyó a los Apóstoles, y que la iglesia es un cuerpo de creyentes bautizados por inmersión, y agrupados para realizar la voluntad de su Cabeza y Fundador, Cristo Jesús.
- Es un cuerpo local y en ningún sentido universal o invisible.
- Que ninguna persona que no haya creído en Cristo y demostrado el abandono de sus prácticas religiosas anteriores, podrá ser miembro de la iglesia local de Cristo.
Mat. 16.15-19; 18.15-20; Hch. 2.41-42, 47; 5.11-14; 6.3-6; 14.23,27; 15.1-30; 16.5; 20.28; Rom. 1.7; 1ª Cor. 1.2; 3.16; 5.4-5; 7.17; 9.13-14; 12; Ef. 1.22-23; 2.19-22; 3.8-11,21; 5.22-32; Fil. 1.1; Col. 1.18; 1ª Tim. 2.9-14; 3.1-15; 4.14; Heb. 11.39-40; 1ª P. 5.1-4; Ap. 2-3; 21.2-3.; Ef. 4:13, Jn. 17:21-23; Mat. 4:18-22; 9:15; Jn. 3:29; Hch. 2:41; Ef. 5:23; Mat. 16:18; Hch. 2:41, 47; Rom. 16:16; 1ª Cor. 1:2
Artículo XII. Acerca de las Ordenanzas.
Creemos que el Señor instituyó dos ordenanzas a las iglesias:
- El bautismo administrado solamente por inmersión en agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
- El bautismo cristiano es el acto físico mediante el cual el creyente es literalmente sumergido en las aguas, y simboliza la fe del creyente en un Salvador crucificado, sepultado y resucitado corporalmente, y también simboliza la muerte del creyente al pecado, el haber sido sepultado de su vida antigua y resucitado a novedad de vida para seguir con fidelidad al Salvador Jesucristo.
- El bautismo es un testimonio de su fe en la resurrección final de la cual será parte cuando Jesús venga por Sus santos.
- El bautismo es requisito indispensable para ser miembro de la iglesia y para poder participar de la Cena del Señor.
- El bautismo es aplicado solamente a quienes pueden decidir por Cristo, por lo que los niños no son bautizados, ni las personas que son incapaces de tomar decisiones, creyendo que si mueren en esta condición son guardados por el amor y el poder de Dios.
- El bautismo realizado en las iglesias bíblicas de sana doctrina es válido para siempre, como lo es la regeneración una vez efectuada en Cristo, e irrepetible.
- El bautismo efectuado por iglesias que no son de sana doctrina no es válido, y por tanto, es extraño, y no es merecedor para traslado o participar de la cena del Señor.
- El bautismo solamente puede ser efectuado por una iglesia bautista de sana doctrina, por inmersión y mediante el pastor o diácono ordenado para tal acto.
- En resumen, el bautismo necesita: el candidato correcto, el método correcto y la autoridad correcta.
- La Cena del Señor es un acto simbólico de la obediencia a Cristo, por la cual los miembros de cada iglesia local, al participar de ella, conmemoran la muerte de Cristo, anunciando Su segunda venida.
- La Cena del Señor se compone por los elementos del pan sin levadura y el jugo de la vid, y es el reconocimiento de la comunión con Dios y con la iglesia local, practicada por las iglesias hasta que Él venga.
- Debe ser precedida por un auto examen espiritual del creyente individualmente.
- Pueden participar de ella solamente los nacidos de lo alto y que están en plena comunión con la iglesia local, siendo bautizados por la fe, según el artículo sobre el bautismo.
- Aunque no interferimos en la manera y frecuencia que se practique por cada iglesia hermana, consideramos que la única manera bíblica válida y de mayor peso es cerrada, es decir, es exclusiva solamente para los miembros de la iglesia local, debidamente bautizados e inscritos. Cada creyente debe estar en el día de la Cena del Señor en la iglesia donde es miembro, y no debe ir a predicar o enseñar ese día a otras iglesias, o ausentarse de ella, a no ser por causa de fuerza mayor o con solicitud expresa al pastor.
Mateo 3.13-17; 26.26-30; 28.19-20; Marcos 1.9-11; 14.22-26; Lucas 3.21-22; 22.19-20; Juan 3.23; Hechos 2.41-42; 8.35-39; 16.30.33; 20.7; Romanos 6.3-5; 1 Corintios 10.16,21; 11.23-30; Colosenses 2.12; Mt. 28:19; Hch. 2:38-41; 10:47,48.
Artículo XIII. Acerca de la Misión de la Iglesia.
Es un deber y también un privilegio de cada creyente en Cristo y de cada iglesia local fundada en las Escrituras, de evangelizar y hacer discípulos para Cristo de todas las naciones. El nuevo nacimiento es la muerte del antiguo ser para dar lugar a un nuevo ser lleno del amor del Espíritu Santo en el corazón. Por tanto, cada creyente debe ser un testigo fiel del Señor y cada iglesia debe apoyar y sostener, hasta donde Dios le capacite, las misiones evangelizadoras que le sean otorgadas.
El testificar es una natural consecuencia del nuevo nacimiento y es el acto visible de la iglesia local en predicar al Cristo que le ha redimido. En obediencia al mandato de predicar el Evangelio mientras vamos, cada hijo de Dios procura comunicar el mensaje de alguna forma a sus vecinos, amigos y familiares, mediante su testimonio cristiano y por medio de otros medios que el Señor provea.
Gén. 12.1-3; Éx. 19.5-6; Is. 6.1-8; Mat. 9.37-38; 10.5-15; 13.18-30,37-43; 16.19; 22.9-10; 24.14; 28.18-20; Luc. 10.1-18; 24.46-53; Jn. 14.11-12; 15.7-8,16; 17.15; 20.21; Hch. 1.8; 2.; 8.26-40; 10.42-48; 13.2-3; Rom. 10.13-15; Ef. 3.1-11; 1ª Tes. 1.8; 2ª Tim. 4.5; Heb. 2.1-3; 11.39-12.2; 1ª P. 2.4-10; Ap. 22.17; 1ª Cor. 9.
Artículo XIV. Acerca de los Dones Espirituales.
Aunque reconocemos la soberanía de Dios para dar cualquier don a su iglesia en distinta época, sin que viole sus propósitos para ello, creemos en la ministración actual de los dones espirituales bíblicos de Romanos 12, Efesios 4 y 1ª Pedro 4,
No creemos que los dones de lenguas, apostolado, milagros, profecía, sanidades y nuevas revelaciones, mencionados en 1ª Corintios 12 estén en función, sino que estos dones han cumplido su propósito para lo cual fueron instituidos, no siendo para la época presente.
1ª Co. 13:8, 14:22, Ef. 2:20, Heb. 2:3-4.
Artículo XVI. Acerca de la Sanidad Divina.
Dios sana en respuesta a la oración de fe, con o sin medios médicos de acuerdo a su soberana discreción y voluntad. Si Dios no efectúa la sanidad no es necesariamente un indicio de incredulidad o de pecado en la vida del creyente.
Jesús realizó tres tipos básicos de sanidad: 1) Restauración del cuerpo, incluyendo la resurrección; 2) Echar fuera demonios; 3) Milagros en la naturaleza; pero a Sus apóstoles solamente les dio la autoridad de sanar y echar fuera demonios, y a Pedro y Pablo el de resucitar un muerto cada uno de ellos. Solamente los Apóstoles (y no todos los creyentes) tenían el poder de sanar y echar fuera demonios.
Creemos que actualmente no existen las sanidades sobrenaturales como evidencia del poder del Evangelio, aunque pueden acompañarlo. Creemos que es Dios (sin intermediación humana alguna) quien realiza sanidades actualmente como respuesta a la oración de fe. De igual manera existen sanidades por influencia sicológica y por poder demoníaco, por lo cual es necesario probar los espíritus.
No siempre habrá sanidad como respuesta de la oración de fe, ya que el Plan y Propósito de Dios en una persona se habrán de cumplir satisfactoriamente. La enfermedad puede ser causada:
- Porque Dios lo permite, está en Su plan y es parte de sus propósitos santos.
- Porque Dios permite que Satanás pueda enfermar para prueba, angustia o castigo.
- Porque Dios permite que el pecado afecte físicamente a un creyente o a un pecador.
Aunque rechazamos la sanidad como la enseña el carismatismo pentecostal, reconocemos enfáticamente que Dios sí sana, debido a las siguientes razones:
- Porque en Su esencia la salud y la restauración son partes inseparables.
- Porque Él ha prometido sanar a quienes creen al final de los tiempos, y por ello, puede extender Su gracia a favor de los suyos en estas épocas según Su propósito.
- Porque Él ha establecido sanar físicamente cuando Él quiere hacerlo.
No obstante a la verdad sobre la sanidad, Dios no sanará la enfermedad producida por desobediencia, descuido o negligencia. Cada creyente debe acudir al médico, aprovechando la ciencia ofrecida por Dios al mundo, para alcanzar aquella salud física que Dios ha permitido otorgar mediante la medicina. Es deber de cada creyente cuidar su cuerpo mediante el ejercicio, la dieta adecuada, el control propio y la obediencia a la Palabra de Dios.
Mt. 10:1; 2ª Cor. 12:12; Mr. 16:20; He. 2:3-4; 8:6-7; Stg. 5:16; Fili. 2:25-27; 2ª Ti. 4:20; Éx. 4:11; Lc. 13:11-13; Job 1; 2ª Cor. 12:7; Núm. 12; Dt. 28:20-22; Sal. 119:67; Éx. 15:26; Jer. 33:3-6; Mt. 21:22; Jn. 14:13-14; 16:24; Mt. 8:17; Is. 38:21; Mt. 9:12.
Artículo XVII. Acerca de la Adoración Cristiana.
Creemos que la adoración cristiana es la expresión del espíritu a Dios (Efesios 5:18-20) y la natural consecuencia de la aplicación práctica de la Biblia a la vida del creyente (Col 3:16-18). Por tanto, creemos que la alabanza debe ser conservadora, con decencia y orden (1ª Corintios 14:40), con himnos que exalten y glorifiquen el Nombre del Señor Jesús, y que ninguna expresión emocional debe superar el razonamiento dirigido por el Espíritu (Ro. 12:1-2). Promovemos y defendemos el uso de los himnarios y culto bautista en la iglesia local2.
Artículo XVIII. Acerca de la Gracia de Dar.
Dios es la Fuente de todas las bendiciones, temporales y espirituales. Todo lo que tenemos y alcanzamos le pertenece y nos lo ha dado para que lo administremos para Su gloria. Somos deudores a la gracia de Dios y estamos obligados a dar a favor del ministerio, de los necesitados y de la iglesia de Dios. Por tanto, estamos bajo la obligación de servir a Dios con nuestro tiempo, talentos y posesiones materiales, y debemos reconocer que todo esto nos ha sido confiado para que lo usemos para la gloria del Señor y la edificación de su iglesia.
Nosotros debemos trabajar para proveer para los huérfanos, los necesitados, los abusados, los ancianos, los indefensos y los enfermos. Debemos hablar a favor de los que no han nacido y luchar por la santidad de toda la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Cada cristiano debe procurar hacer que la industria, el gobierno y la sociedad como un todo estén regidos por los principios de la justicia, la verdad y el amor fraternal. Para promover estos fines los Cristianos deben estar dispuestos a trabajar con todos los hombres de buena voluntad en cualquier causa, siendo siempre cuidadosos de actuar en el espíritu de amor sin comprometer su lealtad a Cristo y a su verdad.
Las Escrituras nos indican que es deber de cada iglesia y de cada creyente ser generoso para Dios y Su obra. Por tanto, creemos que:
- La entrega de porciones de las Escrituras es el principal objetivo acerca de la Gracia de Dar.
- Que la ofrenda cristiana es superior a la Ley de Moisés, y por tanto, el creyente debe dar aún más allá del diezmo, ofreciendo ofrendas y ministerios para la gloria del Señor, y que debe hacerlo con alegría, regularmente, sistemáticamente, liberalmente y proporcionalmente para el progreso del Reino de Dios en la tierra.
- Que el diezmo es el mínimo ofrecido al Señor y que le pertenece a Él.
- Cada creyente debe diezmar y ofrendar según haya dispuesto en su corazón, con fidelidad y entrega cristiana.
- Ayudar a los pobres es un ministerio integral de la iglesia local mediante la ayuda de la beneficencia, y que cada primer día de Cena del Señor, se debe recoger, aparte de la ofrenda general, una ofrenda para los pobres. También se debe recoger alimentos y ropa de ser necesario.
Génesis 14.20; Levítico 27.30-32; Deuteronomio 8.18; Malaquías 3.8-12; Mateo 6.1-4,19-21; 19.21; 23.23; 25.14-29; Lucas 12.16-21,42; 16.1-13; Hechos 2.44-47; 5.1-11; 17.24; 25.20-35; Romanos 6.6-22; 12.1-2; 1 Corintios 4.1-2; 6.19-20; 12; 16.1-4; 2 Corintios 8-9; 12.15; Filipenses 4.10-19; 1 Pedro 1.18-19.; 2ª Cor. 8:7; 1ª Cor. 16:2; Lv. 27:30; Hch. 4:34-37.
Artículo XIX. Acerca del Compañerismo Bautista Landmark.
El pueblo bautista, redimido en la sangre del Señor, y fiel a las ordenanzas de las Escrituras, debe organizar, según la ocasión y los medios lo requieran, Convenciones o Conferencias de Sana Doctrina que puedan asegurar de la mejor manera posible la cooperación entre las diferentes congregaciones de la misma fe Bautista Landmark. Tales Convenciones o Conferencia no pueden tener injerencia ni dominio sobre la autonomía y gobierno de cada iglesia local, sino que son coordinadas y organizadas voluntariamente por todas las iglesias bautistas de la misma fe para predicar, transmitir, enseñar y dirigir la Sana Doctrina Bíblica, según es enseñada en las Escrituras.
Como iglesias bautistas fundadas en las doctrinas del Nuevo Testamento, deben cooperar unas con otras para llevar adelante los ministerios misioneros, educaciones y de beneficencia para la extensión del Reino de Dios. La unidad cristiana, en el sentido del Nuevo Testamento, es armonía espiritual y cooperación voluntaria para fines comunes por varias iglesias locales del pueblo bautista.
Las iglesias nacientes o las iglesias que han quedado sin pastor, recibirán el apoyo de los pastores y obreros aprobados por las iglesia del compañerismo, en la conformación del Comité Pro-Pastor y en la búsqueda del mismo.
La cooperación con otras denominaciones no bautistas solamente es deseable cuando comparten la fe y mensaje bautista en obediencia a las Escrituras, y que no incluya violación alguna con el mensaje y fe bautista, o más gravemente, un compromiso o ideal contrario a la lealtad a Cristo Jesús y su Palabra perfecta, tal como se revela en el Nuevo Testamento. Excluimos a las iglesias llamadas bautistas pero que no son bautistas en práctica o doctrina, o que hayan absorbido parcial o totalmente las costumbres y enseñanzas pentecostales-carismáticas.
Las iglesias hermanas no incluyen ninguno de estos grupos aunque utilicen el término bautista:
- Bautistas primitivos o bautistas de “hueso colorado”, o cascarudo, conchudo.
- Bautistas libres (de voluntad libre).
- Bautistas generales.
- Bautistas del séptimo día.
- Bautistas pentecostales.
- Bautistas Reformados.
- Bautistas Arminianos.
Ninguno de los anteriores son bautistas aunque tengan el nombre de bautista.
Éxodo 17.12; 18.17 y sgts.; Jueces 7.21; Esdras 1.3-4; 2.68-69; 5.14-15; Nehemías 4; 8.1-5; Mateo 10.5-15; 20.1-16; 22.1-10; 28.19-20; Marcos 2.3; Lucas 10.1 y sgts.; Hechos 1.13-14; 2.1 y sgts.; 4.31-37; 13.2-3; 15.1-35; 1 Corintios 1.10-17; 3.5-15; 12;2 Corintios 8 y 9; Gálatas 1.6-10; Efesios 4.1-16; Filipenses 1.15-18.
Artículo XX. Acerca del Reino de Dios y el Día del Señor.
El Reino de Dios es la soberanía absoluta y general de Dios sobre el universo, como su señorío particular sobre los hombres que voluntariamente lo reconocen como Rey. Cada creyente en todas las edades ha tenido un día sobre el cual dedica su vida a la honra y alabanza de su Rey.
El Reino de Dios. Jesús es el Rey del reino davídico y es el Rey de todo el universo, por lo que es necesario distinguir entre el Reino de Dios y el Reino de los cielos; el Reino de Dios es el reino universal, mientras que el Reino de los cielos es el reino mesiánico que Jesús cumplirá cuando venga en Su gloria al final de esta edad. El Reino de los cielos revelado en Mateo refleja las leyes y principios del Reino Milenario, y otorga a los creyentes principios de vida. El Reino de Dios, por ser universal, incluye al Reino celestial, que es temporal y material. Al Reino de Dios se entra por la fe en Cristo, pero el Reino de los cielos se espera que venga con poder y gloria al ser manifestado Jesucristo visiblemente en las nubes del cielo. Creemos que la iglesia es la promotora y la reveladora del Reino de los cielos.
El Día del Señor. El Día del Señor en este caso es el día semanal apartado para Dios. El sábado fue el día del pueblo judío, dado como pacto para ellos, y no aplicable a la iglesia del Señor. El primer día de la Semana, el Domingo, es el Día del Señor. Es una institución cristiana que debe ser observada regularmente por cada iglesia y creyente. En este día se conmemora la resurrección de Jesús de entre los muertos, y debe incluir el culto cristiano y devoción espiritual, tanto públicos como privados. Las actividades en el Día del Señor deben estar de acuerdo con la enseñanza de las Escrituras, y bajo el señorío de Jesucristo. No obstante, no hay ley ni mandamiento que exija o regule el uso del día del Señor.
Mateo 3.13-17; 26.26-30; 28.19-20; Marcos 1.9-11; 14.22-26; Lucas 3.21-22; 22.19-20; Juan 3.23; Hechos 2.41-42; 8.35-39; 16.30.33; 20.7; Romanos 6.3-5; 1 Corintios 10.16,21; 11.23-29; Colosenses 2.12; Éxodo 20.8-11; Mateo 12.1-12; 28.1 y sgts.; Marcos 2.27-28; 16.1-7; Lucas 24.1-3,33-36; Juan 4.21-24; 20.1,19-28; Hechos 20.7; Romanos 14.5-10; 1 Corintios 16.1-2; Colosenses 2.16; 3.16; Apocalipsis 1.10
Artículo XXI. Acerca de la Educación Integral.
Creemos que el cristianismo bíblico es la fe de la iluminación y la inteligencia, porque en Jesucristo habitan todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Todo conocimiento es, por tanto, una parte de nuestra herencia cristiana. Es natural que una persona nacida de nuevo quiera aprender y crecer en la gracia y conocimiento.
Por tanto, la educación debe ir enfocada en glorificar a Cristo, predicar su Evangelio y enseñar todo el Consejo de Dios. Por ello, cada iglesia debe aportar en enseñar y formar a sus miembros, por lo que el Seminario Bíblico debe ser impartido en las iglesias locales y no solamente en los seminarios académicos. Toda iglesia local debe tener un sistema adecuado de Educación Cristiana, Escuela Dominical y Misiones, necesarios para completar el programa espiritual del Cuerpo de Cristo.
Creemos que la educación cristiana es libertad académica y responsabilidad académica. La libertad en cualquier relación humana debidamente ordenada siempre es limitada y no absoluta. Todo maestro bautista, en el Seminario, Escuela, Colegio o Universidad, tiene una libertad sujeta a Cristo, a la naturaleza autoritativa de las Escrituras y al propósito distintivo de la fe bautista.
Deuteronomio 4.1,5,9,14; 6.1-10; 31.12-13; Nehemías 8.1-8; Job 28.28; Salmos 19.7 sgts. 119.11; Proverbios 3.13 y sgts.; 4.1-10; 8.1-7,11; 15.14; Eclesiastés 7.19; Mateo 5.2; 7.2 y sgts.; 28.19-20; Lucas 2.40; 1 Corintios 1.18-31; Efesios 4.11-16; Filipenses 4.8; Colosenses 2.3,8-9; 1 Timoteo 1.3-7; 2 Timoteo 2.15; 3.14-17; Hebreos 5.12-6.3; Santiago 1.5; 3.17.
Artículo XXII. Acerca del creyente y el Gobierno Civil.
Todos y cada uno de los creyentes en Cristo estamos bajo la obligación de obedecer Sus mandatos de manera que Él sea el soberano en toda nuestra vida, luchando por agradar a Él, y ser de beneficio a la sociedad humana, de la cual somos parte. Los medios y los métodos usados para mejorar la sociedad y para establecer la justicia entre los hombres pueden ser verdadera y permanentemente útiles solamente cuando están enraizados en la regeneración del individuo por medio de la gracia salvadora de Dios en Jesucristo.
Es el deber de todo cristiano buscar la paz con todos los hombres basándose en los principios de justicia y verdad. De acuerdo con el Espíritu y las enseñanzas de Cristo, ellos deben hacer todo lo que esté de su parte para poner fin a la guerra. El verdadero remedio al espíritu guerrero es el Evangelio de nuestro Señor. La necesidad suprema del mundo es la aceptación de sus enseñanzas en todas las relaciones de hombres y naciones, y la aplicación práctica de su ley de amor. Las personas Cristianas en todo el mundo deben orar por el reino del Príncipe de Paz, y no participar directa ni indirectamente en los eventos bélicos entre las naciones.
Éxodo 20.3-17; Levítico 6.2-5; Deuteronomio 10.12; 27.17; Salmos 101.5; Miqueas 6.8; Zacarías 8.16; Mateo 5.13-16,43-48; 22.36-40; 25.35; Marcos 1.29-34; 2.3 y sgts.; 10.21; Lucas 4.18-21; 10.27-37; 20.25; Juan 15.12; 17.15; Romanos 12-14; 1 Corintios 5.9-10; 6.1-7; 7.20-24; 10.23-11-1; Gálatas 3.26-28; Efesios 6.5-9; Colosenses 3.12-17; 1 Tesalonicenses 3.12; Filemón; Santiago 1.27; 2.8; Isaías 2.4; Mateo 5.9,38-48; 6.33; 26.52; Lucas 22.36,38; Romanos 12.18-19; 13.1-7; 14.19; Hebreos 12.14; Santiago 4.1-2.
Artículo XXIII. Acerca de la libertad religiosa.
Solamente Dios es Señor de la conciencia, y Él la ha dejado libre de las doctrinas y de los mandamientos de hombres que son contrarios a su Palabra o no contenidos en ella. Por tanto:
- La iglesia y el estado deben estar separados permanentemente.
- El estado debe protección y completa libertad a toda iglesia en el ejercicio de sus fines espirituales, y Dios demandará de los gobernantes el cumplimiento o inclumplimiento de sus deberes.
- Al proveer tal libertad ningún grupo eclesiástico o denominación debe ser favorecido por el estado sobre otros grupos.
- Como el gobierno civil es ordenado por Dios, es deber de los Cristianos rendir obediencia leal en todas las cosas que no son contrarias a la voluntad revelada de Dios en las Escrituras.
- La iglesia no debe recurrir al poder civil para realizar su obra, ni tener campaña política alguna en su púlpito.
- El Evangelio de Cristo considera solamente los medios espirituales otorgados por el Espíritu Santo para alcanzar sus fines salvíficos, por lo que el púlpito jamás se usará para política o problemas sociales.
- La iglesia no puede imponer sus creencias, ni obligar ni manipular los pensamientos de las personas.
- El estado no tiene derecho a imponer impuestos para el sostenimiento de ninguna forma de religión, porque de hacerlo, será sancionado por Dios.
- El ideal cristiano es el de una iglesia libre en un estado libre, y esto implica el derecho para todos los hombres del acceso libre y sin obstáculos a Dios, y el derecho a formar y propagar opiniones en la esfera de la religión, sin interferencia por parte del poder civil.
- La iglesia no obedecerá al estado cuando este violente o contradiga la Palabra de Dios.
Génesis 1.27; 2.7; Mateo 6.6-7,24; 16.26; 22.21; Juan 8.36; Hechos 4.19-20; Romanos 6.1-2; 13.1-7; Gálatas 5.1,13; Filipenses 3.20; 1 Timoteo 2.1-2; Santiago 4.12; 1 Pedro 2.12-17; 3.11-17; 4.12.19.
Artículo XXIV. Acerca de la Familia Cristiana.
Dios ha ordenado la familia como la institución fundamental de la sociedad humana, y por ello declaramos que:
- La familia está compuesta por personas relacionadas unas con otras por matrimonio, sangre o adopción.
- El matrimonio es la unión de un hombre y una mujer en un pacto de compromiso por toda la vida delante del Señor.
- El matrimonio se debe realizar entre personas no familiares cercanos de segunda o tercera consanguinidad, y debe ser efectuado legalmente.
- La familia cristiana es el don único de Dios para revelar la unión entre Cristo y Su iglesia y para proveer para el hombre y la mujer en el matrimonio un medio para compañerismo íntimo, el canal para la expresión sexual de acuerdo a los patrones bíblicos, y los medios para la procreación de la raza humana.
- El esposo y la esposa tienen el mismo valor delante de Dios, puesto que ambos fueron creados a la imagen de Dios.
- La relación matrimonial modela la forma como Dios se relaciona con su pueblo.
- Un esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. Él tiene la responsabilidad dada por Dios de proveer, proteger y dirigir a su familia.
- Una esposa debe someterse con gracia al liderazgo como siervo de su esposo, así como la iglesia se sujeta voluntariamente a la dirección de Cristo. Ella, siendo creada a la imagen de Dios como lo es su marido, y por tanto igual a él, tiene la responsabilidad dada por Dios de respetar a su marido y servirle de ayuda en la administración del hogar y la educación de la próxima generación.
- Los niños, desde el momento de la concepción, son una bendición y herencia del Señor.
- Los padres deben demostrar a sus hijos el modelo de Dios para el matrimonio.
- Los padres deben enseñar a sus hijos los valores espirituales y morales, y dirigirlos, mediante el ejemplo de un estilo de vida consistente y una disciplina amorosa, para que hagan decisiones basadas en la verdad bíblica.
- Los hijos deben honrar y obedecer a sus padres.
- Dios condena y castiga el pecado sexual fuera del matrimonio, pero ningún hijo engendrado o concebido fuera del matrimonio es una maldición, aunque el pecado sexual sea detestable ante Dios, y estos niños deben ser criados en la disciplina y el temor del Señor.
Génesis 1.26-28; 2.15-25; 3.1-20; Éxodo 20.12; Deuteronomio 6.4-9; Josué 24.15; 1 Samuel 1.26-28; Salmos 51.5; 78.1-8; 127; 128; 139.13-16; Proverbios 1.8; 5.15-20; 6.20-22; 12.4; 13.24; 14.1; 17.6; 18.22; 22.6,15; 23.13-14; 24.3: 29.15,17; 31.10-31; Eclesiastés 4.9-12; 9.9; Malaquías 2.14-16; Mateo 5.31-32; 18.2-5; 19.3-9; Marcos 10.6-12; Romanos 1.18-32; 1 Corintios 7.1-16; Efesios 5.21-33; 6.1-4; Colosenses 3.18-21; 1ª Timoteo 5.8,14; 2 Timoteo 1.3-5; Tito 2.3-5
Artículo XXV. Acerca de los ángeles.
- Dios es el Creador de todas las cosas, incluyendo a todos los ángeles, tanto buenos como caídos.
- Los ángeles santos son guardados eternamente en su estado de santidad.
- Satanás es un ángel creado por Dios, que pecó contra Él. Se constituyó enemigo de Dios y de los creyentes. Es poderoso (pero No todopoderoso), Cristo lo ha vencido por Su obra en la cruz, haciendo posible la victoria en la vida cristiana y determinando su fin, que es el lago de fuego, donde irá junto con todos los ángeles caídos, que han sido sacados del cielo.
Ez. 28, Is. 14, Gn 3:15, Jn. 12:31,16:11, Col. 2:14-15, Ap.12:7,12; 20:1-3,7.
Artículo XXVI. Acerca de la demonología.
- Que actualmente no hay visiones, sueños ni manifestaciones sobrenaturales, ni apóstoles ni profetas.
- Que los demonios son ángeles caídos que promueven y enseñan todas estas actividades en las iglesias no nacidas de nuevo, y que por ello, no son de Cristo.
- Que la actividad demoníaca es una actividad actual, manifestada en falsos profetas y maestros, y en la drogadicción, farmacodependencia y actividades contra la fe cristiana y la familia.
- Que la única revelación y medio divinos para hablar al hombre es la Escritura y la obra de iluminación del Espíritu Santo.
Dan. 9:26; He. 2:1-2; 1ª Cor. 13:8-10; 2ª Pedro 2; 2ª Tim. 3:1-14.
Artículo XXVII. Acerca de la Resurrección y Eventos relacionados.
Creemos y aceptamos que las Sagradas Escrituras ponen especial énfasis en esta esperanza. Que los muertos resucitarán físicamente, tanto justos como injustos; los unos para la felicidad eterna y los otros para la perdición eterna. Que los espíritus de los muertos en Cristo pasan inmediatamente a la presencia del Señor, mientras sus cuerpos esperan el día de la resurrección.
Acerca de la Resurrección, creemos que los muertos en Cristo resucitarán primero; que los santos vivientes seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; que el Señor Dios le dará a Jesús el trono de David su padre; y que Cristo reinará mil años en la justicia hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies.
Mat. 28: 6-7; Hechos 24:39; Juan 20:27; 1 Cor. 15: 4; Marcos 16: 6; Lucas 24: 2-7; Hechos 1: 9, 11; Lucas 24:51; Marcos 16:19; Rev. 3:21; He. 8: 1; He. 12: 2; He. 8: 6; I Tim. 2: 5; I Juan 2: 1; He. 02:17; He. 5: 9-10; Juan 14: 3; I Tes. 04:16; Mateo 24: 27, 42; He. 09:28; I Cor. 15: 42-44, 51 a 53; I Tes. 04:17; Phil. 3: 20-21; Lucas 1:32; I Cor. 15:25; Es un. 11: 4-5; Sal. 72: 8, Apocalipsis 20: 1-4; Apocalipsis 20: 6; 1 Co. 15; 2 Co. 5:1-8; Ap. 20:11-15.
Artículo XXVIII. Acerca de la Segunda Venida de Cristo.
Creemos en el Rapto y la Segunda Venida de Cristo. La venida del Señor en las nubes para arrebatar a sus santos es inminente, personal y corporal, y que sucederá antes de la tribulación. Que la venida del Señor a esta tierra para establecer su Reino Mesiánico será en la gloria de su Padre y acompañado por sus santos. Creemos en la Venida Por Sus santos (el Rapto), y la Venida Con Sus santos (el Reino Milenario).
Jn.14:3; 1 Ts. 4:15,17; 1 Co. 15:51-54; FiI3:20,21; Dn.2:44; Hch 1:11; Ap. 11:15; 19:11-16.
Artículo XXIX. Acerca del Nombre Bautista
Creemos que el cristianismo debe identificarse como Bautista por las siguientes razones:
- El término “evangélico” designa la fuente de la fe y el mensaje que se predica, evidentemente hay otros “evangelios”, por lo que existen “evangélicos falsos” (Gál. 1:6-10). Además, existen muchas sectas con ese nombre, y actualmente los “evangélicos” son extensamente pentecostales.
- El término “cristiano” designa, no una iglesia, sino a los creyentes en Cristo (Hechos 11:26), y actualmente es ambigua en su designación.
- El término “iglesia de Cristo” es correcta, pero existe una secta con ese nombre.
- El término “bautista” fue designado primeramente por Cristo a Juan como nombre (Juan 1:33; Mateo 3:1).
- Juan el Bautista fue quien instituyó el Bautismo por inmersión (Juan 1:6), que es el bautismo del cielo.
- La gran Comisión incluye el bautismo como parte del Evangelio.
- La membresía de la iglesia solamente es posible mediante el bautismo en agua.
1El texto 1ª Corintios 12:13, no habla del bautismo del Espíritu Santo, que ocurrió una sola vez en Pentecostés, sino del bautismo en agua que hace al creyente miembro del “Cuerpo de Cristo”, e inmediatamente incluido en una iglesia local. En este sentido, “Cuerpo de Cristo” es la unidad de todos los creyentes “en una iglesia local”, y no refiere a la “iglesia institucional”. En el verso 12 se menciona que es “Cristo similar al Cuerpo”, en referencia a la iglesia local. Luego, Pablo aplica directamente esta enseñanza a la iglesia local en el verso 27.
2Creemos que existe una Teología musical, y debe ser estudiada y comprendida por la iglesia, por lo que recomendamos el librito “Teología de la Música o El Culto Bautista”, producido por El Mensaje Bautista.