“Con mi alma te he deseado en la noche; y en tanto que dure mi espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte; pues luego que hay juicios tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden justicia”. Isaías 26:9
El deseo a Dios, el anhelo de buscar a Dios temprano, es evidencia del compromiso y amor que tenemos a Él. Un novio no solo madruga, ¡anhela quedarse con su novia más tiempo! Cuando amamos a Dios, anhelamos estar con Él. Pero es cada vez más común el desinterés de relacionarse con Dios. Llegar tarde al culto y salir temprano, son evidentemente hechos comprobables de que no se ama a Dios. Muchos, que viven mal, evitan la Cena del Señor, aunque asisten a todos los demás cultos; la mayoría solamente acude al culto de la mañana. ¡Qué mal que estamos!
Una persona no quiere alejarse de su familia, y aunque la ven durante toda la semana, y aunque se llaman y conversan, siempre buscan un tiempo de relación más extenso. Pero no pasa así con Dios en muchas personas. Muchos no quieren más cultos ni tampoco relacionarse con los hermanos de la iglesia. ¡Qué triste situación!
Sospecho que muchos quizá ponen excusas a sus horarios de trabajo, su cansancio, sus estudios. Algunos llegan a la reunión del Señor con el tiempo bien calculado para evitar toda la primera parte (las lecturas, los cantos, las oraciones) y llegar directo al sermón; no quieren adorar, no quieren estar.
El profeta Isaías nos hace pensar en nuestro compromiso y amor a Dios, y quiero compartirles algunos principios sobre la importancia de asistir a los diferentes cultos, y participar activamente de ellos.
Primero, demuestra tus prioridades auténticas. Es cierto que en la cultura latina el tiempo lo medimos diferente. Por ejemplo, hay lugares en donde llegar tarde se considera una falta de respeto. Entre los europeos, el que llega tarde tiene que pagar por ello perdiéndose parte de la cena, de la conversación, o de la junta. Pero en algunos países latinoamericanos es al revés. Los que son castigados son los que llegan temprano, y el que llega tarde se ofende si no lo esperaron. Pero seamos del país que seamos, la realidad es que cuando algo nos importa le damos el tiempo que merece. Si eres un aficionado al fútbol, te aseguro que procuras llegar antes de que comience el partido. porque entiendes la importancia que tienen los primeros cinco minutos en un evento. Si en tu trabajo te multan por llegar tarde, o te despiden al tercer retardo, te garantizo que pones tres alarmas por la mañana.
Lamentablemente el culto del domingo en la iglesia puede convertirse en una reunión opcional en donde asisto o no asisto, dependiendo de si dormí bien esa noche, si estoy cansado o no, si se me antoja hacer alguna otra cosa por la mañana, o si simplemente llegar temprano no me interesa.
Asistir a la congregación y hacerlo a tiempo demuestra que lo que es prioridad para Dios también lo es para mí.
El culto de la iglesia es importante para Dios. Es verdad que la iglesia no es un lugar, y también es verdad que la iglesia son los miembros. ¡Pero esta es una terrible excusa para no asistir, o para llegar tarde! La palabra iglesia en el idioma original (ekklesia) tiene como significado primario: “reunión”, “asamblea”, o “congregación” (1ª Corintios 1:2; 11:18; 14:35). Por ejemplo, el reconocido léxico de Louw & Nida define ekklesia como “una congregación de cristianos, en donde se implica una membresía que interactúa”. En otras palabras, se espera de un cristiano que sea miembro de una iglesia local, en donde esté bajo un liderazgo bíblico (Fil. 1:1), en donde se predique la Palabra y se practiquen las ordenanzas. La iglesia es prioridad para Dios. Él mandó a su Hijo a morir por ella (Ef. 5:25). Asistir a la congregación y hacerlo a tiempo demuestra que lo que es prioridad para Dios también lo es para mí.
En segundo lugar, es una conversación con Dios. Siempre es incómodo llegar tarde a una conversación. Uno no sabe bien qué hacer, y normalmente permaneces en silencio por un tiempo mientras te ubicas sobre el tema del que se está hablando. La mayoría de las reuniones de adoración dominicales están diseñadas bajo el principio del diálogo. Este principio fue enfatizado por los Bautistas, que decían que el tiempo de adoración es un diálogo con Dios. Los pastores diseñaban la liturgia como si fuera una conversación con Dios. La reunión comienza con un llamado a adorar, en donde Dios nos llama por su Palabra y nosotros respondemos.
Debemos entender la importancia de las lecturas bíblicas que enfatizan que Dios nos habla. Los himnos y cantos somos nosotros hablándole a Él, adorándole, reconociendo su presencia. El sermón es Él hablándonos a nosotros por medio del siervo que Él ha llamado a pastorear. El tiempo de comunión es donde demostramos que somos miembros, que nos amamos y que nos aceptamos. La oración final es nosotros respondiendo a Dios y aceptando su Palabra. No llegues tarde a la conversación entre el pueblo con su Dios. Sé parte desde el principio.
¿Lo entiendes? Es un diálogo. Es una conversación. Toda la reunión es importante, desde el principio hasta el final. Es un serio malentendido pensar que la predicación es “la parte importante”. ¡Todo lo es! Ministros: incluso podemos sin querer alentar este pensamiento cuando decimos que las lecturas y los cantos son la preparación para el sermón. De cierta manera eso es cierto, pero es mucho más que eso. Es adoración en sí. Es escuchar su Palabra y responder a ella. Todo el culto es importante. No llegues tarde a la conversación entre el pueblo con su Dios. Sé parte desde el principio.
En tercer lugar, es una exhortación bíblica. Algunos se ponen incómodos cuando hablamos de los mandatos o exhortaciones bíblicas. Es correcto tenerle temor al legalismo, pero es incorrecto huir de los imperativos bíblicos. Si entendemos correctamente el Evangelio, nos daremos cuenta que Dios es el motor de nuestro actuar, tanto de los deseos como las acciones (Fil. 2:13), pero esta verdad no neutraliza nuestra responsabilidad humana (Fil. 2:14-15).
Pablo, en Hebreos, claramente indica que reunirse con la iglesia debe ser nuestro hábito: “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca” (Heb. 10:25).
Una persona me dijo una vez que él venía solo esporádicamente a la congregación porque la Biblia decía que no debemos hacer una costumbre de reunirnos. Ese es un serio malentendido de la exhortación bíblica en Hebreos. El pasaje es claro: debemos congregarnos habitualmente, continuamente. El autor de Hebreos está amonestando a algunos creyentes que habían hecho una costumbre de faltar a la iglesia. Esta amonestación sigue vigente. Un verdadero servidor por lo menos se reúne en dos cultos semanales, y participa de todos los servicios especiales.
Es cierto, el mandato es a congregarnos, no necesariamente a llegar a tiempo a la reunión. Quizá alguien diga: “Yo siempre voy. Aunque llego tarde, ¡voy!”. Permítame sugerir que llegar a tiempo es un corolario razonable del mandato bíblico. Me cuesta mucho pensar que Pablo en Hebreos considerara llegar tarde como una buena costumbre. Tendremos que dejar eso a la conciencia de cada quien, pero vale la pena meditarlo.
Los pequeños cambios hacen una gran diferencia. Si batallas con llegar tarde, pregúntate qué debes hacer específicamente para que no se repita. Normalmente solo debes hacer pequeños cambios que hacen una gran diferencia. Déjame te doy algunos consejos prácticos:
- No te acuestes tarde el sábado por la noche. La reunión del domingo debe ser tu prioridad, y desvelarte hará que estés cansado durante la reunión.
- Pon tu alarma. El domingo no es el día para levantarse tarde. Pon tu alarma con suficiente tiempo. Pasa un tiempo orando por la mañana. Desayuna algo. Sal hacia la congregación con tiempo de sobra.
- Haz un plan. Si siempre llegas 15 minutos tarde, tienes que salir 15 minutos antes de lo que normalmente lo haces. Así de sencillo. Es un cambio pequeño. Hará una gran diferencia. Puedes hacerlo.
- Planifica descansar… después. El domingo es un día de reposo. No tiene que ser solamente un reposo espiritual. También puede ser físico. Haz un plan para descansar durante la tarde. Pasa tiempo con tu familia. ¡Disfruta el domingo!
- A veces llegar tarde es inevitable. Hay cosas que pasan. Imprevistos. Pero ten cuidado de que se haga una costumbre. Reunirnos con la iglesia de Jesucristo es uno de los grandes privilegios del creyente. Recuerda que no hay iglesia perfecta. Deja de buscarla. A pesar de las imperfecciones que toda iglesia tiene, reunámonos a escuchar la Palabra, a hablar con Dios, y a exhortarnos unos a otros.
Si eres un verdadero servidor, estarás dispuesto a ser puntual y participar de todos los cultos que puedas. Sabemos que hay cultos que no podrás asistir por el trabajo, o por enfermedad, o alguna otra causa de fuerza mayor; pero nunca tomes excusas baratas para no llegar. Muchos creen que por asistir el domingo por la mañana tienen derechos y exigen situaciones que ellos creen que son buenas; pero no es así. Si no eres responsable con la iglesia, no tienes autoridad de exigir cosas. Si solo asistes los domingos por la mañana, llegando tarde y yéndote temprano, ¿como pretendes ser tomado en cuenta? La responsabilidad es prioridad.
Pero no solo la asistencia es importante; también la obediencia. No sea rebelde al pastor, a las normas de la iglesia o a los planes de la iglesia. Si saboteas todo, si buscas solo que haga como tu dices, si te opones a todo, déjate de mentirte que tienen algo positivo en la iglesia. Agradece que aún te toleren. ¿Deseas demostrar a Dios realmente tu entrega, santidad y amor a Dios? Demuéstralo con tus obras. Empieza por asistir puntualmente a los cultos, sé obediente a Dios.