Devocional #16 Firmes
“Velad, estad firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos”. 1ª Corintios 16:13
La madurez cristiana no es un evento que ocurre sin esfuerzo. Es un deber tomar el tiempo y organizar nuestra vida. No es útil un decir sin el hacer, ni es válida la palabra sin la acción. El crecimiento tiene cuatro áreas básicas: Velar, estar firmes, portarse varonilmente y esforzarse. Todas estas cuatro afirmaciones hablan de un soldado, de una persona entregada en la batalla, que sabe pasar malas noches, permanecer en su puesto, tomar el valor de guerrero y esforzarse por cumplir su deber.
Si usted no toma el tiempo de orar, no está velando. Si su oración es corta y sin análisis, es solo una excusa barata ante un Dios que todo lo ve. La oración es un estilo de vida, es vivir con Él día a día, es tener “toda oración” en la vida, en el quehacer diario y en la meditación secreta. Dios no debe salir de la mente del creyente, y debe permanecer en su pensamiento continuamente.
Si no tiene convicciones firmes, que mal le podrá ir, porque cualquiera puede cambiar sus ideas, pensamientos y sus propósitos. Las convicciones son las que lo sostienen en medio de las pruebas, de los rechazos y de los golpes de la vida. Sin convicciones vamos a la deriva, llevados por todo viento de doctrina. ¡Y cómo hay en nuestros días que ni saben qué creer ni por qué lo creen!
La “varonilidad” era una característica antigua de la fuerza física, de la resistencia ante las largas caminatas y la fuerza de soportar la carga en los hombros. Un varón bien formado es una persona que soporta el peso, la carga y el trabajo duro. Dios quiere creyentes fieles, fuertes y resistentes en la fe; personas dispuestas a pagar el precio. La frase de Pablo aplica a las mujeres, ¡y cuántas no se han portado tan fuertemente aún más que muchos varones! Ser fieles a Dios en sus convicciones, llevar la pesada carga de cónyuges difíciles o familias conflictivas, pero permanecer firmes en la fe de Aquel que los llamó. Tener la entereza de la seguridad de que el trabajo y el esfuerzo valen la pena.
Por último, el esfuerzo es la capacidad de permanecer haciendo algo incluso con pocas fuerzas. Mantenerse en medio de la debilidad, del hambre, de la necesidad, del rechazo y de la misma muerte, siempre haciendo aquel esfuerzo agotador hasta el final. Hallar la vida es hallar a Cristo, y perder la vida por causa de Él es alcanzar la vida eterna. Es necesario seguir esforzados en el crecimiento espiritual.
Nadie podrá entender la capacidad de un creyente hasta que sea uno de ellos. Solamente la presencia de Cristo en la vida logra el esfuerzo, el poder y la capacidad de enfrentar y triunfar. Solamente el triunfo de Cristo es el que podrá alcanzar la victoria en la vida del creyente.
¿Qué tanto ha crecido usted en la gracia de Dios? ¿Qué tan esforzado es en la vida cristiana? ¿Cuántas veces habla con Dios al día y cuántas veces deja que Él sea quien gane las batallas?