Devocional #14
Cuando pensamos en la muerte del Señor Jesús, y en el alcance ilimitado de Su gracia para con los seres humanos, podemos estar absolutamente agradecidos de Su misericordia para con nosotros.
Jesús en su muerte abrió un camino que está disponible para todo aquel que cree, y la única condición es arrepentirse de los pecados y creer en Jesucristo como Salvador. Por eso, Jesús nos manda a predicar el Evangelio a todas las personas del mundo (Mat. 11:28; 28:19; Mrc. 16:15), una tarea colectiva, donde cada creyente le habla de Jesús a las personas que están cerca de ellos. Este mensaje que se le da a las personas es básico y específico: “Cristo murió por el mundo” (Jn 1:29; 3:16; 6:33), lo que significa que cada persona en todo este planeta tiene la oportunidad de ser salva, solamente debe creer en Jesucristo. La salvación está disponible para todo aquel que la acepte por la fe(Apc. 3:20; Jn. 6:37; 22:17), y crea honestamente en las Palabras de Jesús. No hay limitaciones, no hay excepciones; la salvación es ofrecida a todos los hombres. Todos están perdidos sin Dios, y es Cristo quien murió por los que se están perdiendo (Rom. 14:15; 1ª Cor. 8:11). Y quizá, usted esté en esa condición y no se ha dado cuenta de su estado; la religión y el dogma gobiernan tu vida y no puedes ver el ofrecimiento de la salvación que es en Cristo Jesús.
Estimado lector, sea usted varón o mujer, quiero decirle que Cristo murió por todos (Jn. 6:61; 12:32-33; Rom. 5:18; 11:32; Isa. 53:6), es decir, Jesús dio su vida en la cruz por “mí” (Gál. 2:20), por “nosotros” (Rom. 5:8) y por Su iglesia (Hch. 20:28). ¡Que maravillosa verdad! La iglesia del Señor no es un religión organizada humanamente, es un grupo de personas salvados, llamados a salir de este sistema mundano, y a seguir los principios bíblicos de santidad y de vida cristiana. Y usted puede ser parte de tan maravillosa comunidad que le asegura el cielo y la presencia de Dios en su vida.
Dios reconcilió al mundo por la muerte expiatoria de Cristo (2ª Cor. 5:19; Col. 1.20), lo que significa que no existen personas destinadas a un infierno; las personas que no lleguen al cielo es porque han rechazado el Evangelio y han llegado a ser opositores del mensaje redentor. Es evidente que Dios quiere el arrepentimiento de todos los seres humanos (1ª Tim 2:6), y los llama a que crean en Él para que sean salvos. Su amor es tan profundo y maravilloso, que incluso Cristo murió por los apóstatas (2ª Ped. 2:1; Heb. 10:29); es decir, aún quienes lo rechazan voluntariamente siguen teniendo oportunidad de ser salvos si se arrepienten de sus pecados y creen en Él como Salvador. El diablo querrá que usted no sea salvo, o que usted no predique el Evangelio, y dará doctrinas perversas que excluyen a personas de la salvación; pero Dios sigue llamando a todos a la conversión.
Estimado amigo, usted puede aceptar o rechazar la muerte de Cristo (Jn. 5:40; 7:17); es su libertad de conciencia; pero es igualmente responsable por su decisión. Si bien la puerta está abierta, cada recibirá lo que haya decidido en esta vida, sea bueno o malo. Si acepta a Jesús como Salvador, recibirá el don de la vida eterna; pero si lo rechazas, recibirás la justa condenación (Rom. 2:1-11).
Estima persona, Cristo murió por “los muchos”, es decir, por todos los descendientes de Adán (Mrc. 10:45; Rom. 11:32), una descendencia donde usted es parte. Usted tiene la oportunidad de creer y tener absoluta seguridad de salvación, saber que Jesús es su Salvador y entender que su presencia le acompaña. Siempre habrá que diga que no todos son salvos, o que diga que usted puede perder la salvación por sus obras, pero Jesús le dirá siempre que “todo aquel que en Él cree, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, pues, ha pasado de muerte a vida”.
¿Creerás en Él?