Devocional 13: Verdadera Servidumbre
“sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Colosenses 3:24.
El servicio es un aspecto mal empleado en nuestros días, y especialmente en relación a los guías espirituales de la iglesia. Dos ideas predominan en el servicio: La primera, que cada creyente sirve a Dios, y que por ello no se necesitan líderes; la segunda, que los líderes deben ser servidores de la iglesia.
Pero el concepto bíblico de servicio es diferente al concepto popular. Servir a Cristo es seguir los lineamientos y doctrinas de Cristo, no es establecer los parámetros de un servilismo mundano, terrenal. En ninguna parte de la Escritura se asocian los galardones con el servir a la iglesia o servir a otras personas; el servicio a la iglesia o a otras personas está supeditado al servicio a Cristo, ya que nunca nadie debe someterse más que a Dios. Cuando Pedro fue increpado por las autoridades civiles acerca de su actuar, él no se sujetó a la autoridad civil, sino que dijo: “Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres”. La sujeción cristiana a los diferentes poderes y autoridades humanas no es un acto en sí mismo, es el resultado directo de sujetar a Dios.
En la iglesia el pastor no debe sujetar a la iglesia; debe sujetarse a Dios primeramente. Su sujeción a la iglesia está igualmente condicionada a la sujeción a Dios. Cuando el pastor se sujeta ciegamente a la iglesia, ignorando la sujeción a Dios, terminará arruinado en su ministerio, y la iglesia fuertemente inclinada a la carnalidad. El pastor fue puesto para hacer la voluntad de Dios guiando a la iglesia en la Sana Doctrina, y el pastor, como individuo, debe ser leal a Dios y a su palabra.
Cuando el pastor se sujete a la Palabra, entenderá lo difícil que es realmente llevar a cabo la verdad de Dios, porque la mayoría de las personas son hedonistas, mirando solamente por sus propios intereses. Dios nos llama a mantener una línea paralela de sujeción entre Él y los demás, porque cuando los demás se aparten de Él, el creyente seguirá sirviendo a Dios a pesar del rechazo.
La falta de conflictos en muchas iglesias no es una bendición divina a su favor, es el resultado de que ya no siguen en los caminos de Dios manera correcta y se han adaptado al mundo. Los infieles pecadores siguen asistiendo sin sentir remordimiento siquiera por sus faltas; cometen pecados y se sienten bien con una oración escueta por ellos, pero no cambian sus vidas.
Cuando el siervo de Dios obedece a Dios, es evidente que los conflictos surgen en muchas áreas, porque no es posible conciliar el pecado con la santidad. Pero cuando se aleja de Dios, todo parece caminar bien, pero la iglesia termina negando la doctrina verdadera.
Teniendo en mente que la recompensa se obtiene por la obediencia a Dios, es importante que el siervo de Dios comprenda lo que significa servir a Cristo. El servicio a Cristo debe ser un servicio racionalmente correcto, espiritualmente firme y socialmente contrastante, porque cuando servimos al Señor conocemos su palabra escrita, entendemos nuestro compromiso espiritual con Él y enfrentamos el pecado social que nos rodea. El cristianismo nunca se caracterizó por ser “inclusivo”, siempre fue excluyente y firmemente condenatorio. En la actualidad, llena de resentimientos y susceptibilidades, necesitamos cristianos y pastores dispuestos a ponerse sobre la brecha, a ser seguidores de Cristo, a predicar contra el pecado y a vivir la vida de santidad de Él.
La doctrina no es negociable. No podemos ceder ante las presiones regulares para que cambiemos; debemos ser firmes en nuestra fe, aunque seamos solo unos cuantos. La fidelidad a Cristo no se mide por el número de asistentes, sino por la obediencia a las Escrituras.
Estimado hermano, ¿cuánta fidelidad ha mantenido en la doctrina de Cristo? ¿Qué tanto ha defendido la fe? Necesitamos ser más emblemáticos en nuestra fe y práctica diaria.
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